La apendicitis es un cuadro en el que se produce una inflamación del apéndice, una pequeña estructura en forma de gusano que se encuentra al final del intestino delgado. Es uno de los cuadros más temidos por parte de los padres ya que se trata de una urgencia real, quirúrgica, y cuya asistencia no conviene nunca demorar por el riesgo de complicaciones.
Es un cuadro raro en los menores de 2 años (donde sí es más frecuente la invaginación intestinal) y desde luego es excepcional en menores de 1 año. La edad en la que es más fácil ver este cuadro en la infancia es en el rango comprendido entre los 6 y los 12 años.
Qué síntomas produce
Lo habitual es el cuadro de dolor abdominal que además suele estar en la zona derecha y baja del abdomen aunque no es raro que el niño lo localice más cercano al ombligo al principio del cuadro. Este dolor suele ser continuo y además suele ir en aumento, lo que lo diferencia de otros tipos de dolor como por ejemplo los cólicos, en los que la intensidad va variando y tienden a remitir. Es importante recordar que en función de dónde esté el apéndice el sitio puede cambiar y a veces no ser tan típico del lado derecho del abdomen. Otro dato importante es que el dolor de la apendicitis es muy agudo, continuo y progresa en horas, haciéndose insoportable. Si no se trata el niño evoluciona con mal aspecto (algo que no debe ocurrir ya que antes se debe acudir a un servicio de urgencias). Un dolor de apendicitis por lo tanto no dura días, ya que progresa siempre en horas (generalmente menos de un día).
Puede haber otros síntomas como náuseas, vómitos o fiebre, que normalmente aparecen después de varias horas de evolución del dolor. Uno de los mayores problemas en la edad infantil es que si el niño está tomando antibióticos por otro proceso todos estos síntomas pueden verse atenuados y despistar a los padres e incluso a los profesionales, aunque el proceso está de fondo y sigue progresando. Otro problema de la apendicitis en la edad infantil (sobre todo cuanto más pequeño es el niño) es que su presentación puede ser muy poco habitual, sobre todo si el apéndice no se ubica en su sitio habitual (el lado derecho del abdomen) por lo que su diagnóstico es entonces más complicado.
Qué complicaciones puede producir
Las complicaciones más frecuentes están relacionadas con y la cirugía normalmente consisten en pequeñas infecciones, colecciones de líquidos en la zona de la cirugía o relacionadas con la herida (inflamación, infección o reapertura). En la mayoría de los casos estas complicaciones postquirúrgicas suelen ser leves o moderadas y evolucionan en general de forma satisfactoria. Sin embargo, en los casos en los que no se acude pronto a un servicio de urgencias y el cuadro evoluciona, sí pueden aparecer complicaciones más graves, como infecciones severas en el abdomen (peritonitis), a veces relacionadas con la rotura del apéndice.
Cómo se diagnostica
Lo fundamental es la exploración. El pediatra buscará signos de «defensa abdominal» mediante la palpación suave, tanto superficial como profunda e incluso provocando pequeños rebotes de la pared abdominal para comprobar las características del dolor y su evolución ante estos movimientos. También podrá pedir al niño que intente determinados movimientos con las piernas e incluso que dé un pequeño salto. La defensa abdominal consiste en que el abdomen está duro y contraído y responde con intenso dolor a estas exploraciones. El mayor problema de la exploración reside en que el apéndice puede estar en una localización atípica (por ejemplo, tras el hígado), de forma que el dolor no se localiza en el lado derecho del abdomen. Otro problema es que alguna medicación esté alterando los síntomas. Por eso además de la exploración tiene un gran valor la historia clínica, en la que normalmente se objetiva que el cuadro es continuo y que evoluciona a más.
El diagnóstico se puede apoyar en una analítica que suele mostrar signos de infección. La radiografía de abdomen no suele ayudar en la mayoría de los casos, aunque a veces aporta una imagen compatible con el cuadro que es casi definitiva. La ecografía puede usarse para intentar confirmar, sobre todo en los cuadros dudosos, aunque tampoco aporta una fiabilidad al 100% ya que por ejemplo no permite descartar el cuadro en muchos casos.
Cómo se trata
El tratamiento siempre es quirúrgico mediante la extirpación del apéndice. En caso de que el cuadro esté evolucionado podrá existir perforación y peritonitis, un cuadro bastante más grave y que suele requerir tratamiento antibiótico intenso y una recuperación algo más larga. En la mayoría de los casos, sobre todo si son diagnosticados de forma precoz, el niño se recupera bien en pocos días. En general la evolución de los niños es mucho más corta que la de los adultos. Los niños que tienen complicaciones (como peritonitis) pueden tardar más en recuperarse tras la intervención. A veces, para el tratamiento de las heridas puede ser útil el uso de preparados como Dermatix®, que ayudan a tratar y a prevenir la aparición de cicatrices grandes, o Mepiform®, que previene y reduce la aparición de cicatrices.
Pronóstico
Si no se presentan complicaciones tras la cirugía normalmente la evolución es muy buena y se produce en poco tiempo.
A qué se parece
A veces los cuadros de linfadenitis mesentérica son muy difíciles de distinguir de la apendicitis aguda, aunque estos suelen ser mucho más leves y con mejor pronóstico.
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