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Agresividad en la infancia

La agresividad es una actitud preocupante a cualquier edad que puede acarrear numerosos problemas al niño y a su entorno cercano, sobre todo su familia. Sin embargo, se puede considerar como normal en una etapa concreta del desarrollo.

Casi todos los niños son agresivos alrededor de los dos años ya que no responden bien a las frustraciones, como sucede por ejemplo cuando se les regaña por algo. El problema de la agresividad en la infancia, cuando no remite, es que los padres o la familia tienden a pensar que la maduración del niño solucionará este problema por sí solo, algo que no suele ocurrir. Y en caso de permitir que evolucione, esa agresividad aceptable a los dos años puede transformarse en una agresividad más seria, y por lo tanto peligrosa, a partir de los cuatro.

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Comportamiento agresivo (trastorno de conducta tipico) en niños y adolescentes.

Los niños con trastorno de conducta típico suelen tener comportamientos agresivos y se enfrentan a los comportamientos y normas sociales establecidos como normales. Suelen enfrentarse con facilidad a la autoridad (padres, educadores, responsables, etc.).

En general son conductas que se enfrentan a las normas sociales de lo “bien visto”. Se meten fácilmente en discusiones y peleas o problemas de todo tipo. Tienden a robar o realizar actos vandálicos. Para considerar que el niño tiene un trastorno de conducta típico debe mostrar este comportamiento al menos durante seis meses.

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Celos entre hermanos (celotipia) en niños.

Los celos se dan cuando se produce la presencia de una serie de síntomas relacionados generalmente con la aparición de un nuevo hermano, aunque también pueden surgir si otro miembro de la familia cobra mucho protagonismo en un momento dado (por ejemplo por una enfermedad o por un evento social de importancia para la familia, como por ejemplo que comience el colegio o la guardería).

Los síntomas suelen estar encaminados a llamar la atención de los padres, y suelen verse en niños a partir de los dos o tres años. En este post se explican por qué se producen los celos, los principales síntomas y sobre todo, cómo afrontar los episodios de celos cuando se producen. También se dan una serie de consejos sobre cómo prevenirlos cuando se conoce la noticia de que un hermano está en camino.

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El niño que no come. Anorexia simple.

La anorexia simple o infantil es la falta de hambre o apetito, y generalmente se produce de forma normal en casi todos los niños a partir de los 15-18 meses de edad. Generalmente se debe a que sus necesidades energéticas se reducen considerablemente con respecto a la etapa anterior, aunque a veces se produce en niños con exceso de grasa porque han tenido un aporte energético excesivo previo. En otras ocasiones se asocia con cuadros de estrés en niños algo mayores. Y en muchos casos se produce de forma selectiva frente a determinados grupos de alimentos, como las frutas o las verduras, normalmente en edad preescolar.

En este post se explican los síntomas que pueden verse y las complicaciones que podría generar este cuadro. También se dan una serie de nociones y consejos sobre cómo afrontarlo, cuando aparece y, sobre todo, cómo prevenirlo, totalmente o al menos en parte, con consejos sobre cómo aumentar la variedad de alimentos y flexibilizar las pautas de alimentación y comida de los niños.

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El niño que no come. Rechazo de la comida.

Casi todos los niños pasan por una etapa de rechazo de la comida. Esto se debe a varios motivos, pero uno de ellos, en el que nunca se suele caer, consiste en que vivimos en una sociedad «saturada» de trabajo, de estímulos y de prisas. Tendemos a actuar deprisa y a movernos sin parar. Tanto, que nos adelantamos a acontecimientos como el mero hecho de tener hambre. Los horarios rígidos hacen que comamos muchas veces de forma mecánica y repetitiva, incluso sin hambre, y a los niños les sucede exactamente lo mismo. Normalmente no se deja que los niños lleguen a tener hambre, obligándoles a comer, y ese es un factor que influye en que a la hora de comer solo les apetezcan determinados alimentos que les proporcionan mayor satisfacción o placer, como los dulces o los alimentos fritos o ricos en grasas, generalmente más sabrosos que las carnes magras o los vegetales.

En este post se comenta el cuadro de rechazo del niño a la comida, tan frecuente en nuestro medio, y que tantas consultas supone al pediatra. Se explica cómo la lactancia puede influir en el resto de las etapas alimentarias, por qué los niños no quieren probar nuevos tipos de alimentos y, lo más importante, cómo flexibilizar la actitud con ellos para conseguir vencer (aunque sea parcialmente) esa resistencia natural y tan frecuente.

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