La intoxicación por lejía o por cualquier otro tipo de cáusticos es un cuadro, por desgracia, relativamente frecuente en nuestro medio. Los cáusticos comprenden un amplio grupo de sustancias de las cuales una de las más conocidas es la lejía. Otros de ellos son los limpiadores del hogar, limpiahornos, desatrancadores y un amplio abanico de productos que comprenden dos grandes grupos, los ácidos y los álcalis, aunque muchos de los síntomas y efectos son comunes a ambos.
En los últimos años la legislación obliga a que estos productos lleven cierres de seguridad y sus fórmulas han sido adaptadas para ser menos lesivas para los niños. El mayor problema viene cuando en casa se almacenan de forma indebida, se dejan abiertos o bien se usan envases orientados al entorno profesional, cuya composición es mucho más tóxica.
Qué síntomas producen
El problema de los cáusticos es que producen quemaduras químicas en los tejidos con los que entra en contacto. La gravedad dependerá del producto, de la cantidad y del tiempo de contacto con la superficie que haya tocado. En el esófago, estómago e intestino el mayor riesgo es que los perfore, un cuadro que puede ser muy severo para el niño.
Normalmente el niño que ingiere estos productos puede presentar quemaduras ya en la boca que duelen y le producen intensa salivación y babeo ya que no puede deglutir por el dolor. Sin embargo la ausencia de quemaduras en la boca no significa que el niño no pueda tener quemaduras en el esófago o en el estómago. Lo normal es que los niños que tienen bastantes síntomas (como dolor, babeo o incluso salida de sangre) tengan lesiones más graves que los que no tienen síntomas. A nivel respiratorio estas sustancias son muy volátiles y pueden pasar a la vía aérea, produciendo cuadros de estridor, pitos e incluso dificultad respiratoria. Dado este riesgo se debe intentar que el niño no vomite.
Ante una sospecha siempre se debe llevar al niño a un servicio de urgencias hospitalario. El problema en el esófago es que éste se puede cerrar, así como la entrada del estómago, como consecuencia directa de las quemaduras. En caso de que el cáustico caiga sobre la piel u otras mucosas también puede producir estas graves quemaduras.
Cómo se diagnostican
Lo más importante es conocer la sospecha de la ingesta ya que se puede actuar de forma más rápida y eficaz. Lo más importante es que el niño no vomite para que el agente cáustico no pase al pulmón. El diagnóstico suele basarse en un estudio mediante endoscopia para visualizar directamente el esófago y el alcance de las lesiones.
Cómo se trata
Siempre debe ser visto en urgencias pediátricas hospitalarias. Si el contacto ha sido en piel, ojos o mucosas es fundamental el lavado con agua abundante de la zona afectada durante varios minutos. Si la ropa se ha manchado hay que quitarla y lavar al niño. No se deben aplicar medidas para hacerle vomitar ni se suele hacer un lavado gástrico ni tampoco usar el carbón activado, medidas que en otros casos serían útiles para reducir el daño. En caso de que pueda haber quemaduras en el esófago el niño no debe ingerir nada para disminuir el riesgo de que se rompa, aunque a veces parece que dando agua o leche se puede reducir algo el daño (ante la duda no se debe dar nada hasta llegar al servicio de urgencias).
El tratamiento suele basarse en medidas de soporte para calmar el dolor y evitar las infecciones. En los casos moderados o severos, en los que se producen estrechamientos del esófago como consecuencia de las heridas y las posteriores cicatrices, el niño puede que necesite dilataciones esofágicas con balón de forma repetida. En los casos más graves puede que sea necesaria cirugía para extirpar la zona de esófago que se encuentra estrechada. En estos casos se coloca una porción de intestino del propio niño en su lugar. A veces lo que se hace es colocar una prótesis dentro del esófago para que no se repitan los cuadros de estrechamiento.
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Todo está perfectamente explicado. Ojalá yo lo hubiera sabido antes. Por un descuido mi hijo bebió un trago de lejía (que alguien puso en una botella de agua pequeña) y lo primero que hice fue obligarle a vomitar y después buscar el teléfono de toxicología. Total para nada, porque debería haber hecho lo que tú dices, ir directamente a urgencias sin hacerle vomitar.
Un artículo muy interesante y muy bien explicado. Muchas gracias.
Un saludo.