La adenoiditis consiste en una inflamación de la amígdala faríngea —o adenoides—, normalmente de origen infeccioso. Afecta sobre todo a niños de entre cinco años y la adolescencia y es más frecuente en invierno. Su origen habitualmente es infeccioso, y una de las bacterias más frecuentes e importantes que suelen producirla es el estreptococo del grupo A (EGA).
Se contagia por las secreciones respiratorias y es bastante contagiosa, sobre todo en época escolar. El problema de las infecciones es que pueden producir aumento de tamaño (o hipertrofia) de la adenoides, y si las infecciones son repetidas esta hipertrofia se puede hacer crónica, lo cual genera un círculo vicioso ya que la hipertrofia hace que circule menos el aire, acumulándose las secreciones y aumentando el riesgo de nuevas infecciones. A veces, puede estar incluso indicada su extirpación, aunque en casos muy concretos.
Qué síntomas produce la adenoiditis.
Además del cuadro de fiebre, tos y mucosidad que es común a casi todos los procesos que se localizan en esta zona, la infección con inflamación de la adenoides puede provocar una serie de síntomas más específicos como la respiración por la boca (motivo por el cual suelen tener la boca abierta todo el rato), la presencia de ronquidos o voz nasal. También pueden presentar mal aliento por acumulación de secreciones o ganglios aumentados de tamaño.
Qué complicaciones puede producir una adenoiditis.
Puede producir con facilidad cuadros de otitis medias bacterianas, o un aumento crónico del tamaño de la adenoides. Una complicación más rara es la aparición de un absceso retrofaríngeo, que produce una clínica llamativa con fiebre alta, dificultad para tragar y aspecto de niño enfermo. Ante estos síntomas se debe llevar siempre al niño a urgencias, ya que el tratamiento es hospitalario.
Cómo se diagnostica una adenoiditis.
En la historia el pediatra recogerá datos relacionados con la forma de comienzo y la presentación de los síntomas, que pueden orientar mucho sobre el origen del cuadro. En la exploración ciertos datos pueden ayudar también a localizar el origen del cuadro y confirmar la sospecha de cuadro de adenoiditis. Puede ser útil realizar ciertos estudios para conocer si el origen del cuadro es bacteriano. Para ello se suelen coger muestras de exudado de garganta que se utilizan para detección rápida de estreptococo y para cultivo. A veces ayuda la realización de una analítica. Y en los casos de sospecha de aumento de tamaño de la adenoides, sobre todo de forma crónica, puede ayudar la realización de una radiografía lateral de cuello o bien la valoración por un otorrinolaringólogo.
Cómo se trata la adenoiditis.
En los casos leves o de sospecha de origen vírico el tratamiento es el de los síntomas, y mantener un buen estado de hidratación; humedad ambiental, por ejemplo con el uso de humidificadores ambientales, y antitérmicos para la fiebre que pueden servir como analgésicos para el dolor, como el paracetamol. Los mucolíticos en teoría ayudan a hacer más fluido el moco, de forma que parece que se elimina más fácilmente. Sin embargo no parece del todo clara su utilidad y su efecto real. En los casos confirmados de origen bacteriano o en los de muy alta sospecha se utilizan antibióticos, siendo uno de los más frecuentes la amoxicilina, que siempre debe pautar un pediatra.
Indicaciones de extirpación quirúrgica para quitar la adenoides (o adenoidectomía).
Sólo debe plantearse la extirpación de la adenoides en los casos en los que sea estrictamente necesario, ya que con el paso del tiempo va disminuyendo de tamaño. Se suelen extirpar cuando existe una hipertrofia adenoidea crónica que produce cuadros de insuficiencia respiratoria nasal. Esto se suele objetivar mediante la presencia de síntomas y una radiografía lateral de cuello. La indicación es aún mayor si el niño padece cuadros de repetición que además tienden a complicarse con otitis repetidas o con pausas de apnea durante el sueño. En los casos de duda —y siempre bajo supervisión médica— puede ser prudente esperar, ya que si bien no es una operación difícil y el pronóstico es bueno, es cierto que tiene riesgos. En general no se recomienda en menores de dos años salvo que sea necesario, algo que solo puede establecer un profesional sanitario.
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Mil gracias por la información,fue de mucha ayuda…