La succión del pulgar es una actitud completamente normal en los lactantes y niños pequeños pero no tanto en los niños de más edad. El único dato llamativo suele ser la succión del pulgar, que puede empezar a no ser normal a partir de los 3-4 años.
De ser muy continua puede afectar a la alineación de los dientes produciendo alteraciones que puedan requerir intervención en el futuro, por ejemplo con el uso de aparatos de ortodoncia o férulas correctoras. En este post se dan algunos consejos sobre cómo evitar estos efectos secundarios, ya que en la mayoría de los casos es posible evitar su aparición.
Cómo se diagnostica
En general el pediatra valora tanto la historia como la exploración del niño. No suelen ser necesarias pruebas complementarias salvo que exista algún hallazgo que así lo indique, ya que en la inmensa mayoría de los casos no existe ninguna patología de fondo ni problemas asociados.
Cómo se trata
En los niños mayores de 4 años y en los que pueda existir riesgo de producir anomalías dentarias se recomienda realizar un tratamiento pasivo: ignorar la actitud del niño pero premiar los momentos en los que no lo haga.
También puede ser útil anotar los días o semanas que permanece sin chupar el pulgar para que el niño se vea reforzado.
Lo que no suelen ser muy útiles son los tratamientos en los que se utilizan cremas ó líquidos amargos para evitar que el niño se lleve los dedos a la boca.
La succión del pulgar puede generar alteraciones en la oclusión dentaria (por mala posición de los dientes), por lo que conviene corregir la situación alabando los momentos en los que el niño no la hace, más que recriminando aquellos en los que sí, ya que con eso atrae la atención.
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