La escarlatina es una enfermedad bacteriana que se caracteriza por la presencia de fiebre muy elevada y una erupción de la piel muy típica que suele servir de ayuda para hacer el diagnóstico.
Está producida por una bacteria denominada Streptococo grupo A, cuya principal característica es que produce una toxina que eleva mucho la fiebre. En los países desarrollados esta infección cada vez es menos frecuente y si aparece lo hace de forma leve.
Qué síntomas produce
Su periodo de incubación suele ser menor de una semana y se sigue de un cuadro de inflamación en garganta imposible de distinguir de una faringitis normal, salvo en el caso de que ya esté presente la erupción en la piel. Antes de la aparición del exantema es normal ver fiebre muy alta.
La erupción en la piel se caracteriza por presentar lesiones del tamaño de cabezas de alfiler que se inician en el cuello y se extienden por tronco y extremidades. Estas microlesiones producen una coloración rojo intensa de la piel que típicamente blanquean si se pasa el dedo por encima. El exantema da un aspecto áspero a la piel, por lo que se denomina «en papel de lija». Es mucho más llamativa en las zonas de pliegues, lo que origina unas líneas más oscuras en dichos pliegues, que se denominan «líneas de Pastia». Cuando desaparece puede haber descamación de la piel que ha estado afectada por la inflamación. En la boca, la lengua también puede estar inflamada y muy roja, por lo que se denomina «lengua en fresa». En la cara es típico ver las mejillas enrojecidas y la zona por debajo de la nariz, más pálida en comparación con la piel que está afectada por la inflamación.
Todo este cuadro genera un aspecto muy característico en el que la cara del niño y su lengua están enrojecidas. Las zonas de pliegues están aún más oscuras, sin embargo bajo la nariz puede haber una zona más clara. Además es habitual la presencia de ganglios en el cuello y fiebre muy alta, que puede pasar de los 40ºC. Esta fiebre, junto con la intensa inflamación de garganta (con su correspondiente dolor) y las cefaleas, ayudan mucho a que el niño tenga un cuadro muy característico.
Qué complicaciones puede producir
Son muchas y muy variadas, ya que la infección se puede extender a otras zonas produciendo cuadros de otitis, sinusitis, neumonía, infecciones de piel, y cuadros más graves como meningitis o incluso abscesos cerebrales. También puede predisponer a enfermedades como artritis crónicas o fiebre reumática, e incluso afectación renal a la larga.
Cómo se diagnostica
Normalmente se sospecha al ver un niño con los síntomas descritos ya que estos son muy típicos de la escarlatina. El pediatra se basará en la historia clínica y sobre todo en los datos de la exploración. La evolución del cuadro junto con los principales síntomas suelen ser muy orientativos del cuadro. El diagnóstico definitivo vendrá por el resultado de un cultivo de una muestra faríngea, donde deberá crecer la bacteria productora del cuadro, el Streptococo del grupo A. Otras pruebas que se pueden utilizar son el test de detección rápida de estreptococo y diversos estudios analíticos.
Cómo se trata
Normalmente se suele tratar con penicilina, un antibiótico de amplio espectro que debe ser pautado por el Pediatra en función no sólo de la sospecha diagnóstica, sino de otros factores como por ejemplo las posibles alergias a medicamentos que pueda tener el niño. Hay alternativas al tratamiento como la eritromicina y la claritromicina. Se debe iniciar de forma más o menos precoz, por lo que es importante acudir al pediatra en casos en los que el niño tenga síntomas compatibles, como fiebre muy alta, dolor de garganta y erupción cutánea.
Qué pronóstico tiene
En general es bueno ya que la respuesta al tratamiento antibiótico puede empezar a notarse en tan sólo cuarenta y ocho horas desde el inicio del tratamiento. El tratamiento no solo sirve para curar el proceso agudo sino que además reduce el riesgo de padecer complicaciones.
Cómo prevenirla
La mejor forma de prevenir el cuadro es que los niños que lo padecen sean tratados adecuadamente. Tampoco deberían ir al colegio hasta que estén al menos dos o tres días sin ningún síntoma. En los niños en los que existe especial facilidad para padecer infecciones por este germen, el pediatra puede plantear el tratamiento profiláctico con antibióticos. Sin embargo esta medida debe ser estudiada e individualizada y puede ser controvertida.
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