Rectorragia es el término médico que define a la presencia de sangre en heces. Aunque es un cuadro que suele alarmar mucho, es fácil de ver en pediatría, ya que muchos procesos banales, como las fisuras anales o las gastroenteritis, pueden provocar su aparición. La rectorragia normalmente consiste en sangre de color rojo, es visible y suele proceder de partes bajas del intestino.

Muchas de las causas que pueden producir la presencia de sangre en el aparato digestivo son banales. Sin embargo, otras sí pueden ser reflejo de un cuadro más importante, por lo que ante su hallazgo se debe acudir siempre al pediatra o incluso a urgencias, si el sangrado es abundante o el niño tiene mal aspecto.

Por qué se produce.
En los recién nacidos que presentan sangre en las heces el origen más frecuente suele la sangre deglutida por el propio niño durante el parto. Existen otros cuadros, como el déficit de vitamina K, la enterocolitis necrotizante o las malformaciones congénitas, que pueden afectar al aparato digestivo y generar sangrado, pero por suerte son mucho menos frecuentes. En cualquier caso, siempre conviene acudir a consulta. En los lactantes a veces existe ingesta de sangre por fisuras en el pecho de la madre o bien por gastroenteritis y cuadros menos frecuentes como las invaginaciones o los divertículos de Meckel. En edad preescolar y escolar, el pediatra descartará  gastroenteritis bacterianas, fisuras anales y otros como hemorroides, procesos inflamatorios, o incluso pólipos.

Qué síntomas produce.
Aunque la aparición de sangre en las heces de un niño siempre es un motivo de preocupación, lo más curioso es que puede no ser evidente, sobre todo si está digerida, dado que lo único que se aprecia es que las deposiciones son de color muy oscuro, casi negro, y eso puede pasar desapercibido. Pero si el sangrado es abundante se puede afectar el estado general del niño y entonces presentar mareo, palidez y aumento de la frecuencia cardíaca. En estos casos siempre se debe acudir de forma rápida a un servicio de urgencias.

A veces el niño lo que presenta es una anemia que al ser estudiada se objetiva la presencia de sangre en las heces, cuando se busca de forma intencionada. En general si hay un proceso que está produciendo la presencia de sangre en las heces o en el vómito lo normal es que dicho proceso también dé síntomas que facilitan el diagnóstico, aunque esto no siempre ocurre.

Cómo se diagnostica.
Lo primero es confirmar la existencia de sangre. A veces la ingesta de determinados alimentos (hierro, espinacas o chocolate negro) puede producir una coloración oscura de las heces que simula sangre digerida. Entre las pruebas que se pueden realizar se encuentran la analítica de sangre, la búsqueda de sangre oculta en heces, las radiografías e incluso la endoscopia digestiva. En los casos de hemorragia baja se suele añadir la realización de un cultivo de las heces. Otras pruebas algo más específicas y menos comunes son la utilización de isótopos, arteriografías o incluso la realización de una laparotomía, en casos urgentes o severos.

Cómo se estudian y tratan.
—En los casos graves el tratamiento siempre es urgente y hospitalario.
—En los casos en los que el sangrado sea moderado, es decir, el niño está estable pero tiene anemia y sangra de forma crónica, puede estar indicado el ingreso para realizar el estudio, sobre todo en los de menor edad. No es raro realizar una endoscopia.
—En los casos de sangrado leve, si el niño está estable, no tiene anemia y el sangrado es ocasional o muy escaso, puede ser estudiado en consulta. Pero esta es una decisión que siempre ha de tomar el profesional en función de cada caso.
En todos los casos, el tratamiento dependerá la causa que esté produciendo el sangrado.

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