El sarampión es una enfermedad infecciosa y muy característica que se encuentra aún presente en casi todo el planeta aunque es poco frecuente en los países donde se vacuna a la población infantil. Se produce por un virus, denominado virus del sarampión, y normalmente afecta a niños mayores de un año ya que antes suelen estar protegidos por anticuerpos que han recibido de la propia madre a través de la leche materna.
El contagio se suele producir por las gotas de la saliva y es un virus muy contagioso. Los niños son contagiosos desde varios días antes del inicio de la erupción en la piel y contagian durante varios días más una vez que ha aparecido dicha erupción.
Qué síntomas produce
Se suele incubar durante unos diez días tras los cuales el niño empieza con fiebre, inflamación en las conjuntivas de los ojos y presencia de mucosidad y tos. En este momento ya es contagioso y conforme avanzan los días el niño aparece más congestionado, con inflamación de las amígdalas y con abundantes ganglios en cuello.
Poco antes de aparecer la erupción en piel se pueden ver las llamadas «Manchas de Koplik» en la cara interna de la mejilla, frente a los molares. Estas manchas permiten diagnosticar la enfermedad incluso antes de que aparezca la erupción. La erupción característica suele aparecer por detrás de las orejas y se extiende hacia abajo en forma de manchas muy rojas que incluso pueden parecer de aspecto hemorrágico. Estas manchas no suelen producir picor y su aparición suele coincidir con el momento de mayor fiebre.
Qué complicaciones puede producir
La mayoría de los casos cursan de forma benigna y no se complican ni dejan secuelas pero en ocasiones pueden existir complicaciones. Las más importantes son la neumonía, que puede ser por otros gérmenes o por el propio virus o encefalitis, con afectación del sistema nervioso. Esta es un cuadro severo porque sí puede dejar secuelas aunque afortunadamente es muy rara.
Cómo se diagnostica
Se hace mediante la evolución de la clínica ya que al inicio puede ser confundido con cuadros febriles faríngeos o incluso con otros cuadros que cursan con erupciones cutáneas. En los países donde su aparición es poco frecuente sí puede ser necesario confirmar el diagnóstico mediante la realización de una analítica de sangre en la que se pide un estudio de anticuerpos frente al virus.
Cómo se trata
Normalmente el tratamiento se limita a los síntomas, como la fiebre y el malestar. En algunos países donde la Vitamina A puede ser deficitaria se recomienda administrarla ya que mejora el pronóstico. En los países desarrollados se suele utilizar en casos concretos, como niños ingresados por esta enfermedad y que presentan complicaciones o factores de riesgo asociados.
Qué pronóstico tiene
La erupción en piel suele durar, de forma aguda, unos tres días tras los cuales desaparece en el mismo orden en el que aparece y sin dejar secuelas. En este momento el niño puede tener aspecto de agotado, pero a partir de aquí es cuando empieza a notarse la mejoría. En los casos en los que aparecen complicaciones como la neumonía o la encefalitis el pronóstico puede ser peor.
Cómo prevenirlo
Es muy difícil prevenir su contagio en los países o zonas donde es frecuente. En nuestro medio se realiza mediante la vacunación. Existe una inmunoglobulina específica que puede prevenir su aparición en personas de alto riesgo que han estado en contacto con un niño enfermo. Normalmente son susceptibles de recibir este tratamiento específico con inmunoglobulina los niños menores de un año, los inmunodeprimidos, los infectados por SIDA ó bien las mujeres embarazadas. Es un tratamiento que debe ser siempre evaluado de forma individualizada, ya que lo ideal es la vacunación.
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