Trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDAH) en niños.

El Trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurológico relativamente frecuente en la edad infantil y que suele sospecharse con facilidad en el que niño presenta una serie de comportamientos muy llamativos entre los que destacan la falta de atención y la inquietud.

No está claro a qué porcentaje de la población infantil puede afectar, ya que se barajan cifras entre el 2 y el 10%, aunque esto lógicamente depende de qué síntomas se consideren para hacer el diagnóstico y cómo se haya realizado el estudio. En general predomina la falta de atención y un importante componente de impulsividad. El mayor riesgo de esta enfermedad reside en los niños que puedan no estar diagnosticados ya que potencialmente se puede tratar. Además es importante porque se puede relacionar con otros procesos de orden psicológico.

Qué lo produce
No se conoce con exactitud la causa que lo produce, pero sí se han descrito una serie de factores que parece que son de riesgo para que un niño padezca esta patología. Entre ellos destacan los problemas durante el parto, el uso materno de drogas ó el consumo materno de alcohol y tabaco durante el embarazo.
Otros estudios apuntan a una posible relación entre traumatismos severos en la cabeza del niño y esta patología. Otros la relacionan también con un entorno social o familiar estresante.
Parece que existe un cierto componente genético ya que es frecuente encontrar antecedentes familiares de TDAH en los niños que lo padecen.

Qué síntomas presenta
Se caracteriza por la presencia de falta de atención y facilidad para que el niño se distraiga, dificultad para inhibir sus impulsos e inquietud e hiperactividad como síntomas principales. Sin embargo existen unos criterios diagnósticos que sirven al pediatra o neurólogo para establecer el diagnóstico de certeza. Estos criterios realmente son derivados de los anteriores y se refieren a conductas mucho más concretas y fáciles de evaluar por el pediatra o los propios padres.
Además de la presencia de los síntomas señalados se suele requerir que el niño los presente antes de los 7 años de edad y que los mantenga durante al menos 6 meses para poder pensar en este diagnóstico. Como es lógico el pediatra debe descartar otros procesos que los puedan estar produciendo, como otros procesos relacionados con el sistema nervioso o incluso la posible ingesta (voluntaria o desconocida) de algún tóxico.
Existen varios tipos según el síntoma que predomine: el déficit de atención suele verse más en las niñas; sin embargo el componente de hiperactividad y el combinado (predominan los dos síntomas) suele verse más en los chicos.
Es importante destacar que pueden existir otros síntomas, menos característicos y menos frecuentes, como los trastornos del lenguaje, del ánimo ó incluso ansiedad. Por eso a veces es complicado sospecharlo.

Cómo se diagnostica
El diagnóstico no es fácil y se basa sobre todo en la historia clínica que relatan los padres y en la exploración del niño.
En la historia clínica el pediatra podrá comprobar si los síntomas cumplen los criterios necesarios para establecer el posible diagnóstico mediante la realización de sencillas preguntas. También servirá para investigar sobre otros procesos que puedan estar relacionados o bien desencadenando el cuadro. Las escalas de valoración de la conducta del niño ayudan a completar el diagnóstico de una forma un poco más precisa, aunque éste realmente se basa en la historia clínica.
La exploración del niño sirve para descartar otros procesos y para constatar si existen pequeños síntomas que a veces se asocian a este proceso, como pueden ser la presencia de descoordinación en ciertos movimientos. La conducta del niño puede estar alterada, aunque eso no siempre ocurre.
Por último a veces se piden pruebas como analíticas, aunque no suelen ser de utilidad para el diagnóstico, suelen ayudar a descartar otros procesos como enfermedades nerviosas o endocrinas (o incluso intoxicaciones, como la de plomo) que se puede relacionar con esta enfermedad.

A qué enfermedades se parece
El déficit de atención de un niño puede estar originado por cientos de causas, algunas de ellas muy frecuentes y tan benignas como la falta de sueño. Otras son más serias (epilepsia, asma, alergia) y por lo tanto requieren que se piense en ellas cuando el pediatra está evaluando un niño con posible déficit de atención.
La intoxicación debe ser tenida en cuenta a cualquier edad (sobre todo por plomo) pero en los adolescentes se debe pensar siempre en el consumo de tóxicos (como las drogas) que pueden desencadenar un proceso con los mismos síntomas.
Otros procesos que pueden confundirse con relativa facilidad son la depresión, la ansiedad, el trastorno obsesivo-compulsivo ó los trastornos adaptativos.

Cómo se trata
El tratamiento se basa en varios aspectos:
—A nivel social debe adquirir capacidades psicológicas para desenvolverse con soltura, siendo capaz de escuchar, aprender e inhibir sus impulsos.
—A nivel de conducta el niño puede recibir apoyo psicológico y paterno para corregir los comportamientos y conductas que no se desean con el fin de que el niño no las realice y pueda tener mayor éxito en su desarrollo, aprendizaje e interacción social.
—A nivel farmacológico el tratamiento es curioso ya que se basa en estimulantes como el metilfenidato u otros derivados de las anfetaminas. No es fácil iniciarlo, ya que durante las primeras semanas el especialista probará dosis crecientes del fármaco hasta conseguir la adecuada para el niño sin que se presenten efectos secundarios. En caso de no obtener éxito es posible que cambie a otra medicación y empiece un nuevo ciclo de tratamiento. Es importante que el efecto de la medicación se controle muy de cerca, por lo que el pediatra o el neurólogo suelen ver con relativa frecuencia a estos niños. Es importante destacar que los efectos adversos de estas medicaciones son severos, por lo que se deben cumplir siempre las revisiones y controles que se indiquen a estos niños. Entre los de mayor riesgo se encuentran los efectos relacionados con el corazón, por lo que en niños con problemas cardíacos puede ser conveniente el no usarlos. Otros fármacos utilizados son la dextroanfetamina, pemolina, agonistas alfa o incluso antidepresivos tricíclicos.
—A veces es útil que el niño reciba apoyo psiquiátrico ya que se refuerzan los anteriores tratamientos y mejora el pronóstico en determinados casos en los que estas terapias son muy beneficiosas.

Qué complicaciones puede presentar
Las principales son el fracaso escolar, problemas para dormir, malas relaciones sociales, incapacidad para llevar a cabo actividades que exijan concentración, riesgo aumentado de sufrir accidentes y conductas de riesgo en la adolescencia.
El mayor riesgo de esta enfermedad es que pase desapercibida en cuyo caso las posibilidades de complicaciones aumentan y empeora el pronóstico.

Qué pronóstico tiene
En general mejoran con el tiempo pero un porcentaje bastante elevado de estos niños siguen teniendo síntomas durante la adolescencia e incluso durante la edad adulta. El tratamiento suele ayudar al control y mejora el pronóstico en general. En los casos en los que no se ha realizado tratamiento o que ha sido inadecuado el riesgo es que de adultos presenten trastornos psiquiátricos relacionados, como fracaso escolar y laboral, conductas de riesgo o dificultades sociales. Es importante destacar que un adecuado tratamiento reduce estos riesgos de forma considerable.
En general con un buen tratamiento y control se evitan gran parte de las complicaciones. Si no se tratan estos niños suelen estudiar menos que sus compañeros y terminan teniendo trabajos de menor cualificación. Es importante que se les eduque en la evitación de las conductas de riesgo o agresivas para que no las perpetúen en la edad adolescente o adulta. El apoyo familiar y de amigos es fundamental para conseguir estos objetivos.

Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.

2 comentarios en “Trastorno de déficit de atención por hiperactividad (TDAH) en niños.

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