Las anfetaminas son sustancias estimulantes del sistema nervioso. Su mayor problema es que son de uso bastante frecuente entre los adolescentes bien para darse «atracones» estudiando (aunque su consumo ha descendido en este sentido) o como estimulante en fiestas y salidas nocturnas (donde el consumo no para de ascender al no apreciarse como peligrosas).
Otra de los aspectos que facilitan su uso es que se puede absorber incluso por las mucosas, lo que hace enormemente fácil su consumo de diferentes formas. El mayor peligro de estas sustancias es que su uso está muy extendido al no considerarse como de riesgo.
Qué síntomas producen
A dosis bajas las anfetaminas producen euforia, excitación y activación del sistema nervioso. A dosis más elevadas puede dar aumentos bruscos de la tensión arterial, arritmias cardíacas y alteraciones en el sistema nervioso que dan lugar a convulsiones en el niño. Si el adolescente se habitúa a consumirla luego puede sufrir un síndrome de abstinencia caracterizado por una fase inicial y final de ansiedad y una intermedia de depresión.
Cómo se diagnostica
Se basa en la historia clínica y la exploración. Es importante que la familia lo sospeche o el niño confiese el consumo. A partir de ahí se pueden realizar estudios más detallados en relación a las posibles consecuencias.
Cómo se trata
Los efectos pueden llegar a ser graves y a veces se necesitan fármacos antipsicóticos o incluso relajantes como las benzodiazepinas para controlar la excitación y los síntomas cardíacos. El tratamiento de una sospecha de intoxicación por anfetaminas debe hacerse en un servicio de urgencias hospitalario siempre.
Cómo prevenirlo
La mejor forma de tratar este cuadro es mediante su prevención. La educación y cuidar un buen entorno familiar y social son los pilares para evitar o reducir las posibilidades de que el niño empiece a consumir.
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