Epilepsia en niños (II): situaciones especiales.

La epilepsia es un proceso en el que se produce un aumento de la actividad eléctrica en ciertas neuronas cerebrales, que pueden desencadenar los ataques o crisis de epilepsia. Para catalogar a un niño como epiléptico debe tener estos ataques de forma repetida. En general el seguimiento se realiza entre varios profesionales y la repercusión en el niño varía mucho según el tipo y grado de epilepsia que padezca.

Situaciones especiales en el niño epiléptico
En los niños con epilepsia conviene prestar atención a una serie de situaciones que pueden ser algo más complejas en relación a su manejo. Entre ellas están las enfermedades severas, las intervenciones quirúrgicas o las vacunaciones, por ejemplo. También es útil conocer qué hacer en situaciones de vómitos, presencia de crisis aisladas o descompensadas, o saber cuándo se debe acudir a urgencias con un niño con epilepsia.

Niños con epilepsia y con enfermedades severas
Algunas enfermedades pueden afectar al ritmo de absorción y el metabolismo de los fármacos antiepilépticos porque aceleren el metabolismo o porque afecten a los órganos encargados de su eliminación, como el hígado o los riñones. En el caso de que el problema sea que la eliminación está disminuida el pediatra generalmente ajustará las dosis de los fármacos a la baja, por lo que los padres deben observar si el efecto sigue siendo el deseado y que no aparezcan efectos secundarios por la medicación que se pueda acumular en el organismo.

En otras ocasiones puede ocurrir que haya un exceso de metabolismo, generalmente transitorio, como en los cuadros de fiebre alta. En estos casos puede que sea necesario aumentar las dosis de los fármacos o no, ya que depende del fármaco, de la enfermedad y del tiempo que permanezca aumentado el metabolismo.

Posibilidad de una intervención quirúrgica
Cuando un niño con epilepsia va a realizarse una intervención quirúrgica se juntan dos condicionantes: por un lado se suele producir un ayuno de varias horas y, por otro, se genera una situación de estrés por la propia intervención. Ambos factores podrían ser desencadenantes de una crisis, por lo que no es conveniente suprimir la medicación.

Lo que se suele indicar, en niños que están estables y tienen niveles en sangre estabilizados, es dar el doble de medicación justo antes de empezar el ayuno y luego continuar con el tratamiento una vez que el niño pueda volver a tomar por boca. Pero esta indicación depende de muchos factores y no se puede hacer de la misma forma en todos los niños. Como es lógico, debe estar pautada por el pediatra o el neuropediatra. En los casos en los que el ayuno se prolonga entonces la medicación se suele administrar por otras vías, como la intravenosa.

Vacunas en niños con epilepsia
Hay algunas vacunas que se han asociado a un mayor riesgo de padecer convulsiones, como la de la tos ferina. Sin embargo actualmente se utiliza una forma, denominada «acelular», que no produce este efecto. En cualquier caso siempre se debe indicar el antecedente de epilepsia antes de administrar cualquier vacuna o medicación al niño, y ante la duda o si no se tiene a quién consultar, se debe leer el prospecto de forma obligada.

Situaciones en las que el niño tiene un cuadro de vómitos
Estas son situaciones complicadas ya que es difícil evaluar si el niño ha tenido tiempo de tomar la medicación o no, añadiéndose además el riesgo de que si el metabolismo está aumentado por el estrés que se produce en las infecciones, puede que el fármaco se metabolice y elimine más rápidamente de lo habitual. Sin embargo, si existe afectación hepática o renal, el metabolismo y eliminación del fármaco puede ser más lenta de lo habitual.

Todo esto genera un cuadro de gran incertidumbre que puede crear una situación de ansiedad. Como norma el pediatra suele recomendar que si el niño vomita antes de media hora tras la ingesta del fármaco, se repita la dosis. Si el vómito se presenta pasada al menos media hora, se puede considerar que ya lo ha absorbido. Sin embargo, esta regla se debe individualizar y matizar mucho en cada caso, ya que no todos los fármacos son iguales, como tampoco lo son los diferentes tipos de epilepsia o el grado de afectación y de control del niño.

Por lo tanto, cuando el niño presente vómitos repetidos se debe consultar al pediatra y en caso de que se prolonguen en el tiempo puede ser necesario controlar el estado del niño e incluso medir los niveles del fármaco en sangre. A veces es más orientativo valorar la clínica, analizando si tiene más crisis o efectos secundarios, ya que los niveles pueden tardar. En cualquier caso los cambios deben hacerse según la pauta que indique el pediatra.

Presencia de crisis aisladas
A veces un niño bien controlado puede presentar una crisis pero también puede ocurrir que un niño con mal control presente varios episodios seguidos. En general muchas crisis aisladas pueden estar desencadenadas por factores como estrés, falta de sueño u otros. En estos casos no existe un aumento claro de la frecuencia de las crisis sino episodios puntuales y además suele ser evidente el factor que ha desencadenado la crisis. Ante la duda se debe consultar siempre al pediatra.

Crisis repetidas
Siempre que aparezcan crisis con una frecuencia diferente a la que es habitual en el niño se debe consultar con el pediatra. Así, una sola crisis en un niño que lleva años sin presentarlas puede ser llamativa, como también lo es que un niño pase de tener una crisis cada dos meses a tener una o más cada mes. En esos casos las crisis se pueden considerar casi aisladas pero lo llamativo es el aumento de frecuencia, que puede deberse a que el niño necesite más medicación o que esta no sea la adecuada o a otros muchos motivos.

Cuándo se debe acudir al especialista o a un servicio de urgencias
Como norma general se debe acudir a urgencias siempre que el niño presente mal estado general. Si está bien, se puede acudir a la consulta de neuropediatría cuando aparezcan un mayor número de crisis, cuando estas sean diferentes a las que ya son conocidas, cuando el niño asocia síntomas neurológicos adicionales, cuando parece que hay efectos secundarios de los fármacos (a veces tan sutiles como cambios en el carácter o problemas en el colegio por menor rendimiento) o cuando los padres tengan la sensación de que «algo no va bien», ya que ese algo puede estar relacionado con síntomas propios de la epilepsia o bien de la medicación que recibe el niño como tratamiento. Si los padres creen que el niño no tiene buen estado general o este ha empeorado con respecto a su estado habitual, entonces deben dirigirse siempre a un servicio de urgencias hospitalario o llamar a los servicios de emergencia.

Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.

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