La sensación de mareo en un niño suele deberse a dos causas. La primera y la más frecuente (con diferencia) es la presencia de vértigos, que es la sensación de que el entorno se mueve. El vértigo es la sensación que percibe el niño de que él o su entorno se mueven de forma incontrolada. Generalmente este movimiento se percibe como rotatorio, de forma que el niño tiene la sensación de que su entorno gira alrededor de él. El problema de los vértigos suele residir en el oído y genera esa sensación que de forma común, se denomina como mareo. El origen de este tipo de mareo en algunas ocasiones también puede deberse a alteraciones en el sistema nervioso central.
Las causas que pueden producir este cuadro son variadas. Entre ellas destacan por su frecuencia las otitis medias o los cuadros de vértigo paroxístico benigno, que suelen tener buena evolución y pronóstico. Menos frecuentes son los problemas en el oído interno.
Qué síntomas produce
Según qué zona del oído esté afectada se producirán cuadros llamados periféricos o centrales. Los cuadros de vértigo periférico son llamativos por los síntomas pero son de duración en general breve. Se acompañan de palidez, náuseas y vómitos y aumentan con los movimientos de la cabeza. A veces tienen episodios de pérdida de audición junto con el episodio de vértigo pero es raro que presenten otros síntomas. Sí suele aparecer el llamado nistagmo, que es un movimiento rápido de los ojos en sentido horizontal y que solo se aprecia si se mira muy fijamente a los ojos del niño. Los niños con mareos por vértigo suelen tener una buena coordinación pero si se les pide que cierren los ojos estando de pie tienden a caerse hacia el lado del oído afectado.
Los cuadros de vértigo central son prácticamente opuestos a los anteriores. Su inicio es más lento y el vértigo más leve, no suele aumentar con los movimientos de cabeza y tampoco suelen asociar vómitos o náuseas. Tampoco suele haber pérdida de audición junto con el episodio de vértigo. En estos sí puede haber otros síntomas y el movimiento rápido de los ojos no siempre aparece. Cuando lo hace es más errático y generalmente en vertical. El niño puede tener la coordinación alterada y si cierra los ojos estando de pie puede caerse en cualquier dirección.
Cómo se diagnostica
La historia clínica y la exploración del niño son fundamentales para establecer que los mareos se deben a vértigo y para clasificar este vértigo como periférico o central. Es importante referir todos los antecedentes posibles, prestando especial atención a posibles infecciones, viajes, contactos con otros niños, animales, etc. En la exploración física el pediatra valorará el oído, el equilibrio, la coordinación y el examen neurológico del niño, para el cual necesita la colaboración de este.
Entre las pruebas complementarias que se podrían pedir (aunque por fortuna en la mayoría no suelen ser necesarias) están la analítica, radiografías de columna o de cráneo, TAC, resonancia cerebral, electroencefalograma o diversas pruebas que se pueden realizar a nivel de oído, así como una audiometría.
Los casos de larga o mala evolución pueden requerir incluso ingreso para su estudio y tratamiento. Esto se suele hacer en los casos en los que hay síntomas neurológicos llamativos, sospecha de un cuadro localizado en el sistema nervioso central, cuando el niño tiene mal estado general, por ejemplo por deshidratación por los vómitos, o cuando el cuadro le impide realizar su vida normal.
Cómo se trata
Lo más importante es localizar la causa del cuadro para poder tratar este. Mientras, es fundamental el reposo para evitar el cuadro de mareo y vómitos. Existen fármacos que se pueden utilizar aunque no todos se pueden usar en todas las edades ni en todos los niños y tienen potenciales efectos adversos, por lo que siempre deben estar pautados por el pediatra.
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