Brucelosis en niños.

La brucelosis es una enfermedad infecciosa, poco común pero que puede verse durante la infancia cuando se transmite de animales infectados a niños que están en contacto con ellos.

El germen que más frecuentemente puede producirla es la brucella mellitensis, que suele infectar a ganado caprino y ovino. El contagio suele ser a través de animales infectados y en los niños la vía más frecuente de contagio de esta enfermedad es por el consumo de alimentos como leche o queso no pasteurizados y obtenidos de estos animales. El germen puede resistir mucho tiempo en el suelo, el agua o incluso en la leche no pasteurizada procedente de estos animales.

Qué síntomas produce la brucelosis en niños.
El principal problema de esta enfermedad es que los síntomas son poco específicos y además se pueden iniciar cuatro semanas después del contacto con germen, por lo que puede que ya no se asocie con el contacto con animales. Lo habitual es que los niños presenten fiebre, dolor muscular y aumento de tamaño del hígado y del bazo. También pueden asociar otros síntomas como dolor de cabeza, diarrea, erupciones cutáneas leves, fatiga ó vómitos, entre otros. Los niños suelen expresar cansancio y falta de apetito por lo que no tienen ganas de moverse ni de realizar esfuerzos. Otro de los problemas es que la enfermedad puede presentarse de muchas maneras distintas, en función del síntoma que predomine sobre el resto, y del tiempo que tarde en evolucionar. Eso hace muy complicado sospecharla.

Qué complicaciones puede producir la brucelosis en niños.
Las complicaciones aparecen sobre todo si el cuadro progresa en el tiempo. Las más frecuentes son la afectación de huesos y artritis en articulaciones con cuadros de inflamación y dolor. Se suelen ver en caderas, rodillas y tobillos. Otras pueden producirse en el hígado (hepatitis y fallo hepático), en los pulmones (inflamación) e incluso a nivel neurológico, con cuadros de inflamación del cerebro (encefalitis), de meninges (meningitis) u otros más difíciles de relacionar con la enfermedad original, como depresión.

Cómo se diagnostica la brucelosis en niños.
Es muy difícil de sospechar a menos que los padres conozcan o recuerden el antecedente de contacto con animales o el consumo de productos procedentes de ellos. El dato que suele ayudar para orientar el diagnóstico es el contacto previo con animales o el posible consumo de alimentos no pasteurizados. En muchas ocasiones el hallazgo se realiza en niños que presentan cuadros de fiebre prolongada o de origen desconocido en los que el pediatra, al hacer o al rehacer la historia clínica, pregunta por viajes o por estancias en el campo o en contacto con animales. A veces la relación es que el niño ha ingerido leche o queso hecho con leche sin pasteurizar. Por eso es importante referir cualquier dato posible cuando el pediatra realice una historia clínica. Entonces sí será posible tomar muestras de sangre u otros tejidos para ver aislar la brucella mediante cultivo. En caso de que los cultivos no sean positivos se pueden intentar estudios de anticuerpos del niño frente a la bacteria aunque el problema de estos estudios es que no son igual de efectivos para todos los tipos de brucella. Las analíticas de sangre tampoco sirven para sospecharla.

Cómo se trata la brucelosis en niños.
El tratamiento se suele realizar mediante una combinación de antibióticos. Para evitar las recaídas puede ser conveniente mantener el tratamiento durante un tiempo prolongado. Además al principio del tratamiento puede que exista alguna reacción en el niño debido a la destrucción masiva de gérmenes, por lo que conviene hacer un seguimiento más estrecho.

Qué pronóstico tiene la brucelosis en niños.
Actualmente y con un tratamiento adecuado el pronóstico es bueno. Puede haber problema en los niños en los que el diagnóstico se retrase o en los que no se sospeche al no conocerse el antecedente de contacto con animales o consumo de alimentos no pasteurizados. En estos casos pueden aparecer las complicaciones descritas.

Cómo se puede prevenir la brucelosis en niños.
La mejor prevención es el correcto tratamiento del ganado y de los animales que la pueden padecer y transmitir (vacas, cabras, cerdos y otros). Por supuesto es importante pasteurizar la leche ya que no hay vacuna.

Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.

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