La denominada como artritis idiopática juvenil, artritis reumatoide juvenil o artritis juvenil consiste en un cuadro en el que lo característico es la afectación de una o varias articulaciones del niño, como consecuencia de un cuadro inflamatorio que se localiza en la membrana que cubre la articulación. Esta una de las enfermedades más frecuentes en niños del tejido conectivo, que es el que sirve de unión y soporte a las diferentes estructuras del cuerpo. En este cuadro lo que se produce es una afectación de la sinovial, que es la cápsula que recubre las grandes articulaciones.
Por qué se produce la artritis reumatoide juvenil.
Se cree que una serie de factores ambientales, como algunas enfermedades, activarían una serie de mecanismos autoinmunes que harían que el propio sistema defensivo del niño atacara a sus propios tejidos, como la cápsula sinovial, al confundir proteínas propias con la de los gérmenes. Se cree que existe predisposición genética ya que suele haber antecedentes de patologías similares en los niños que padecen este tipo de cuadros.
Qué síntomas produce la artritis reumatoide juvenil.
La forma típica de presentación son brotes de inflamación y dolor de las articulaciones afectadas, que pueden limitar la actividad física o incluso la vida normal del niño durante el episodio, por ejemplo produciendo cojera. En función del número de articulaciones afectadas y de los síntomas acompañantes se pueden distinguir varias formas de presentación: la oligoartritis es la forma en la que se afectan menos de cinco articulaciones. Es la forma más frecuente en la edad infantil; la poliartritis es la forma en la que se afectan al menos cinco articulaciones. Es menos frecuente que la forma de oligoartritis; la artritis sistémica es una forma en la que se produce, además de la artritis, una afectación más generalizada del niño, ya que se suele acompañar de fiebre, erupciones cutáneas e inflamación en otros órganos, además de en las articulaciones; la artritis con entesitis es un cuadro en el que además de afectarse las articulaciones se afectan diversos tendones (de ahí el nombre de entesitis), produciendo inflamación en zonas como la columna, las caderas y otras localizaciones; la artritis psoriásica es un cuadro en el que, además de la artritis, el niño tiene un cuadro de psoriasis, una erupción cutánea descamativa poco frecuente en la edad infantil.
Qué complicaciones puede producir la artritis reumatoide juvenil.
La más frecuente es que puede afectar a la calidad de vida del niño en el caso de que los brotes sean agudos y frecuentes, ya que puede limitar el ejercicio físico o sus actividades cotidianas. En los casos en los que los brotes son más llamativos y difíciles de controlar se pueden terminar afectando las articulaciones, de forma que se pueden producir deformidades o alteraciones del crecimiento. Estas complicaciones se pueden prever y tratarse en los casos en los que pueda ser necesario.
Cómo se diagnostica la artritis reumatoide juvenil.
Para su realización es fundamental la historia clínica, en la que el pediatra recoge antecedentes familiares y del niño de procesos autoinmunes, artritis y otros indicios. En la exploración el pediatra busca las articulaciones afectadas, signos de afectación de otros órganos y sobre todo distinguir las artritis de otras, como las de origen infeccioso (artritis sépticas), en las que el tratamiento es completamente diferente. Las pruebas se pedirán en función de los hallazgos de la historia y la exploración, aunque las que suelen orientar más, al menos de salida, son diversos estudios analíticos y pruebas de imagen como las radiografías. En ciertos casos puede ser oportuna la valoración por Reumatología y sobre todo por Oftalmología, ya que algunos de estos procesos autoinmunes pueden asociar afectación ocular.
Cómo se trata la artritis reumatoide juvenil.
El tratamiento de soporte se basa sobre todo en la fisioterapia, cuyo fin es mantener una adecuada movilidad de las articulaciones afectadas. Puede ser necesario apoyo psicológico en los adolescentes en los que esta patología puede limitarles su actividad física o cotidiana en los momentos agudos. Uno de los objetivos es precisamente que el niño falte lo menos posible al colegio. El tratamiento farmacológico tiene tres niveles. El más básico se basa en el uso de antiinflamatorios no esteroideos (como ibuprofeno) o el ácido acetilsalicílico, siendo esta una de las escasas ocasiones en que este fármaco se utiliza en pediatría. En los casos moderados se pueden utilizar fármacos más potentes como las sales de oro o la penicilamina. En los casos severos se recurre a tratamientos más potentes pero con mayor número de efectos secundarios, como los corticoides o ciertos inmunosupresores.
Otros tratamientos que pueden ayudar son dar una adecuada nutrición, completa y variada, ya que ayuda a la recuperación de los cuadros agudos y al pronóstico en general. Se suele controlar el crecimiento ya que las inflamaciones pueden afectar a las articulaciones. En los casos en los que el niño pueda tener algún tipo de secuelas que puedan producir deformidad o alteraciones del crecimiento, puede ser muy útil aplicar tratamientos ortopédicos correctores o incluso cirugía.
Qué pronóstico tiene la artritis reumatoide juvenil.
Depende de la frecuencia de los brotes, la intensidad de estos y las complicaciones que puedan producir en el niño y en su calidad de vida. Es difícil pronosticar cuándo un niño va a tener un brote, pero pueden pasar incluso años entre los episodios. Se estima que si pasan 6 años sin brotes el pronóstico es bueno.
Cómo prevenir la artritis reumatoide juvenil.
Es imposible prevenirla, pero ayuda llevar un estilo de vida saludable, con una dieta y un peso adecuados a la edad y la talla del niño, y la realización del tratamiento de forma precoz y completa durante los episodios.
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