Las hiperlipidemias en general (aumento de los niveles de los denominados lípidos —o grasas— en sangre) son un grupo de procesos en los que aumenta la presencia en sangre de colesterol, lipoproteínas y triglicéridos, sustancias todas ellas relacionadas con la ingesta y el metabolismo de las grasas. La hipercolesterolemia en sí es el aumento de las cifras de colesterol en sangre, que se miden y valoran siempre en función de la edad del niño.
Las hiperlipidemias en general y la hipercolesterolemia en particular pueden producirse a consecuencia de enfermedades hereditarias como la hipercolesterolemia familiar. Otra de las causas más frecuentes son la obesidad y exceso de ingesta en general, ya que produce una acumulación de grasas en el organismo. El exceso de grasas y de colesterol en sangre también puede producirse por enfermedades en las que se afecta su metabolismo como ciertos procesos renales, enfermedades hormonales ó la anorexia. También pueden verse por el consumo de fármacos que alteran el metabolismo de las grasas como por ejemplo los anticonceptivos o los corticoides.
Qué síntomas producen
Es raro que produzcan síntomas salvo en los casos más graves, como ciertos tipos de hipercolesterolemia familiar severos en los que las cifras de colesterol son muy altas y además de forma mantenida. En estos casos se pueden ver depósitos que parecen manchas en la piel, de color amarillento, y que se denominan xantelasmas. Típicamente se pueden ver entre los dedos y en los párpados. Si no se tratan las cifras elevadas de colesterol estos niños pueden sufrir enfermedades cardiovasculares propias del adulto incluso entre la primera y segunda década de la vida.
Qué complicaciones puede producir
A la larga las hiperlipidemias y en concreto el aumento de colesterol en sangre puede producir cuadros de enfermedades cardiovasculares severos. Son raros de ver en la edad infantil, pero en los casos severos de hipercolesterolemia familiar los niños pueden sufrir consecuencias incluso en la edad infantil. Este riesgo aumenta en los casos en los que el niño además asocia obesidad, hipertensión, sedentarismo, antecedentes familiares de patología cardíaca (como infartos) o diabetes mellitus.
Cómo se diagnostica
En caso de que existan antecedentes familiares de cifras de colesterol elevadas en varios miembros de la familia se debe comentar al pediatra para que, tras la realización de una detallada historia clínica y exploración pueda solicitar un estudio de grasas en sangre si procede.
En otros casos el hallazgo se realiza al solicitar una analítica en el contexto de un estudio de otra enfermedad, como ciertos trastornos endocrinos o un cuadro de obesidad. En los casos en los que el niño muestre aumento de las cifras de colesterol o triglicéridos el pediatra valorará los datos encontrados en la historia y la exploración, ya que la causa puede ser un componente hereditario, una enfermedad de fondo, un exceso de ingesta o bien un cuadro de obesidad mantenido. En función de la sospecha irá solicitando diferentes pruebas.
Cómo se trata
En los casos en los que la hiperlipidemia está producida por una enfermedad de base el objetivo principal es el tratamiento de esta. En los casos en los que la enfermedad produzca un cuadro grave, como un fallo hepático o renal, el tratamiento se hará siempre en medio hospitalario.
Lo más frecuente en la edad infantil es que el aumento de colesterol o triglicéridos se deba a obesidad, aumento de ingesta de grasas o hiperlipidemias familiares leves o moderadas. En estos casos el tratamiento va encaminado sobre todo a una dieta sana, completa y variada, en la que se de un aporte calórico adecuado a la edad del niño. En los casos en los que la obesidad es tan importante que conviene que el niño pierda peso la respuesta de los triglicéridos suele ser muy buena, normalizando sus cifras en sangre conforme el niño pierde peso.
En los casos más severos o que no responden a una dieta adecuada se puede plantear tratamiento farmacológico con colestiramina. Sin embargo no siempre está indicado, ya que puede generar incluso problemas en determinados procesos hepáticos. Además tiene un importante número de efectos secundarios, algunos de ellos muy molestos como mal sabor de boca, estreñimiento y náuseas. También puede interferir en la absorción de otros nutrientes o fármacos. Hay otros fármacos que se pueden utilizar en la edad infantil según cada caso pero también tienen efectos secundarios.Tan importante como el tratamiento en sí (con dieta o con fármacos) es el seguimiento del proceso. Este será más frecuente en los casos más severos y en tratamiento con fármacos. En los casos más leves puede ser suficiente con un control analítico anual cuando empiezan a estar bien controlados.
Cómo se puede prevenir
Es fundamental que todo niño siga una dieta normal, completa y variada, pero sobre todo con un aporte adecuado a su edad y a su consumo calórico. Además se deben evitar los alimentos ricos en grasas saturadas y con bajo valor nutricional, como los dulces o la bollería industrial. Para mantener un buen equilibro entre ingesta y gasto de calorías es necesario que realicen actividad física suave o moderada, preferentemente en forma de deportes de equipo en los que se divierten y están vigilados por un monitor.
La hipercolesterolemia infantil puede tener un importante componente familiar hereditario pero no es raro que además asocie obesidad y exceso de ingesta de grasas inadecuadas. Una correcta dieta, ejercicio y una vida sana previenen enfermedades graves y riesgo de mortalidad incluso en la edad juvenil.
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