La hipervitaminosis A consiste en un exceso de presencia de vitamina A en el organismo. La vitamina A es un nutriente de los llamados esenciales, es decir, de los que necesitamos ingerir para vivir, y que solo puede ser sintetizada por las plantas, en forma de los denominados carotenos, tan presentes en los tomates o en las zanahorias. También la ingerimos en los cereales y las verduras, con la carne e incluso con los lácteos.
Esta vitamina, al igual que otras muchas, es liposoluble, es decir, se disuelve en grasa, y para que se absorba en el organismo bien debe ir acompañada de una proporción adecuada de proteínas y grasas en la dieta. Sin embargo, y precisamente al ser liposoluble, puede acumularse con facilidad en el organismo, donde existen gran cantidad de grasas que pueden hacer de almacén, en caso de que se ingiera en exceso. Y eso es algo que puede verse como consecuencia de un mal uso de los preparados con suplementos de vitaminas, que en algunas ocasiones se usan de forma inadecuada, dándolos sin necesidad o en una cantidad excesiva, a pesar de las precauciones que se señalan en los prospectos.
Qué síntomas produce.
La ingesta excesiva a medio y largo plazo de vitamina A puede producir dolores de cabeza, vómitos, falta de apetito y piel seca. También puede generar sequedad en la boca y en la nariz, fisuras en labios, cambios en el carácter e incluso daño cerebral. O afectar a los huesos haciendo que aumenten de grosor, o produciendo alteraciones hepáticas. En los niños más pequeños los únicos síntomas visibles pueden ser los vómitos y que la fontanela anterior esté tensa. Los niños mayores suelen presentar molestias como picores en la piel, falta de apetito e irritabilidad, vómitos y mareos. Incluso se puede producir un cuadro denominado pseudotumor cerebral, que es muy llamativo porque parece un tumor cerebral pero no lo es. Además es importante recordar que su ingesta a dosis elevadas en el embarazo, sobre todo en el primer trimestre, puede producir alteraciones en el feto.
Cómo se trata.
Generalmente eliminando la ingesta excesiva se suelen controlar los síntomas con relativa rapidez, y tratando las complicaciones específicas. En los casos más complicados, por ejemplo si los vómitos son excesivos o las alteraciones de los órganos afectados importantes, puede ser necesario incluso ingreso hospitalario. Por eso siempre conviene consultar ante la aparición de cualquiera de los síntomas descritos si se están dando suplementos vitamínicos a los niños.
Cómo prevenirla.
Es tan sencillo como dar una dieta normal y adecuada para la edad del niño, sin obsesionarse con aportar suplementos externos de vitaminas si no hay necesidad médica de ello. Y si se dan, nunca dar más de lo que se señale en los prospectos, y siempre hacerlo bajo supervisión médica.
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