Uno de los síntomas más frecuentes de la alergia, tanto que ambos cuadros se suelen mezclar de forma indistinta, es la presencia de rinitis alérgica. Es un síntoma muy frecuente en la infancia.
La rinitis alérgica produce una inflamación de la mucosa nasal, es decir, del revestimiento interno de la nariz, y produce unos síntomas muy frecuentes y típicos en los niños que la padecen, como son la congestión nasal, aumento de la secreción de mucosidad por la nariz, picores, estornudos e inflamación de las conjuntivas de ambos ojos.
Estos síntomas y la enfermedad de por sí no tienen por qué ser graves pero en determinados momentos pueden incrementarse e impedir al niño desarrollar su vida normal.
Por qué se produce
Es una respuesta de la mucosa nasal a una sustancia a la cual el niño manifiesta un cuadro de alergia. Esta sustancia que desencadena los síntomas se denomina alergeno. Cuando el alergeno entra en contacto con la mucosa nasal se produce el cuadro de inflamación. Sustancias que típicamente producen este cuadro son los pólenes (habituales en primavera, verano y otoño pero raros en invierno) o bien otros más comunes como los ácaros del polvo o el pelo de ciertos animales, como perros o gatos. En estos últimos casos los alergenos suelen estar en contacto con el niño durante todo el año.
Qué síntomas produce
Los síntomas pueden ser estacionales o bien durante todo el año, como ocurre con el epitelio de animales. Existen situaciones mixtas en las que los niños tienen síntomas todo el año pero en determinados momentos estos se incrementan (son las llamadas exacerbaciones).
Los síntomas típicos son congestión nasal, aumento de la secreción de mucosidad por la nariz, picores, estornudos e inflamación de las conjuntivas de ambos ojos. El problema de estos síntomas es que a veces pasan desapercibidos al ser muy inespecíficos y comunes en los cuadros catarrales de los niños. Es característico de este cuadro el que los síntomas empeoren cuando el niño entra en contacto con la sustancia que los desencadena.
Un dato curioso es que suelen ser niños que arrugan mucho la nariz o bien se la tocan constantemente con la mano. A veces pueden llegar a perder incluso el olfato y el gusto debido a la inflamación de la mucosa. Uno de los problemas es que si la inflamación es moderada o alta puede ser más llamativa por la noche, llegando el niño a roncar y tener entonces un sueño menos reparador.
Cómo se diagnostica
Cuando se sospecha el cuadro se suelen hacer pruebas de detección en la piel, son las denominadas pruebas cutáneas o prick test. En algunos casos lo que se hace es una analítica de sangre, que es algo menos específica y en la que se intenta constatar la presencia de IgE específica frente al alergeno que se sospecha que pueda estar produciendo el cuadro de alergia.
La sospecha del cuadro siempre se basa en los síntomas, que son los que suelen orientar sobre el posible origen. Por eso es importante observar al niño con detalle y tomar nota, incluso en el calendario, de las fechas en que tiene síntomas o cuando estos aumentan (se exacerban). La sospecha clínica (por los síntomas) es la que permite orientar el cuadro a este posible diagnóstico y pedir las pruebas que puedan ayudar al diagnóstico. El pediatra suele explorar al niño detenidamente en busca de los signos habituales (boca abierta, mala oclusión dental, ojeras típicas, inflamación de la mucosa de la nariz, etc.)
Cómo se trata
Lo ideal sería evitar el contacto del niño con la sustancia que le desencadena los síntomas, pero esto es complicado y tampoco asegura resultados positivos. En los casos en los que el alergeno es el polvo es importante mantener bien limpia la casa. Si es el pelo de algún animal es posible que el niño no pueda convivir con él. En caso de ser a los ácaros hay que ser muy cuidadoso con el lavado de su ropa, pijamas y sábanas, de forma periódica y con agua caliente. En el caso de que los alergenos sean pólenes el niño debe evitar la exposición en los períodos de mayor intensidad. Puede ser recomendable que utilice incluso mascarillas cuando salga a la calle y que cuando está en casa permanezca con las ventanas cerradas.
Un grupo de fármacos bastante utilizados en el control de los síntomas de este cuadro son los antihistamínicos. Sin embargo, algunos de ellos pueden generar problemas ya que tienen efectos secundarios, como producir sueño, algo que puede afectar a la vida normal del niño e incluso a su rendimiento escolar. Por eso es importante que sea el pediatra el que indique el fármaco, la dosis a utilizar y los controles a realizar. Actualmente hay antihistamínicos con menores efectos secundarios.
En los casos en los que los síntomas sean difíciles de controlar se pueden utilizar corticoides como la Budesonida Nasal Aldo-Unión®. A veces es necesario recurrir a corticoides vía oral, en donde es importante que el especialista controle las dosis y los posibles efectos adversos.
Por último, la inmunoterapia específica con alergeno parece que es el único tratamiento que cambia el curso de la enfermedad, según la OMS. Este tratamiento requiere de la participación de un alergólogo y de un seguimiento más o menos estrecho.
Qué complicaciones puede presentar
Una complicación relativamente frecuente de la rinitis alérgica es la sinusitis crónica, ya que su base es un proceso inflamatorio en el que se produce aumento de tamaño de la mucosa que cubre los senos nasales. En otras ocasiones lo que se evidencia es la presencia de asma en los niños con rinitis alérgica. Parece que un buen tratamiento de la rinitis podría ayudar al control del asma. Otros procesos que se pueden asociar a la rinitis son la tos persistente, las otitis medias o los aumentos de tamaño de las amígdalas.
Qué pronóstico tiene
Hasta una cuarta parte de los casos pueden desaparecer de forma espontánea con el tiempo. En la mayoría de los casos el uso de antihistamínicos o corticoides suele controlar los síntomas permitiendo al niño llevar una vida normal. En los que no responden a esos tratamientos es necesario recurrir a la inmunoterapia específica.
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