La alergia (o alergias) a los insectos se pueden producir por dos mecanismos: uno de ellos son las picaduras o incluso las mordeduras, de forma que al introducir sustancias propias del insecto en el organismo del niño se desencadena un episodio de alergia, que puede ser desde leve hasta grave en sus formas más severas. El otro mecanismo consiste en que el niño inhale sustancias del insecto, de forma que se pueden generar cuadros alérgicos como las rinitis alérgicas o incluso el asma. En este post se abordan sobre todo las reacciones producidas por picaduras o mordeduras.
En la mayoría de los casos la reacción que se produce se circunscribe al ámbito local, de forma que lo que se produce es una reacción que permanece localizada en el sitio de la picadura o mordedura. Esta reacción no suele estar mediada por la IgE, sustancia que produce el organismo del niño y que predispone a respuestas defensivas.
El problema reside en los casos en los que el niño genera una respuesta alérgica generalizada a alguna sustancia que haya podido inocular el insecto. Estas respuestas sí están relacionadas con la IgE y son relativamente frecuentes con el veneno que inoculan determinadas familias de insectos, como pueden ser los de las abejas, las avispas y las hormigas. Son muy raras en los mosquitos.
En los casos en los que la alergia se produce por sustancias inhaladas lo que ocurre es que las mucosas de la nariz o de la vía respiratoria se inflaman como consecuencia de la reacción del organismo frente a estas sustancias, al reconocerlas como peligrosas y reaccionar frente a ellas. Estas alergias suelen ser muy estacionales y coinciden con las épocas del año en las que estos insectos tienen mayor actividad, como primavera y verano. Otros insectos se relacionan de forma muy directa con la producción e inducción de asma, como los ácaros del polvo, que además están presentes en las casas durante todo el año.
Qué síntomas producen
En general las mordeduras por insectos suelen producir pequeñas reacciones urticariales localizadas y cercanas a la zona afectada. A veces se evidencia la presencia de una serie de pápulas pequeñas que pueden corresponderse con una o varias mordeduras. En algunos casos puede verse incluso un poco de celulitis con induración de la piel por debajo de la zona afectada.
La inoculación de venenos produce reacciones que pueden ser de varios tipos: las reacciones locales pequeñas son localizadas y duran aproximadamente un día; las locales grandes pueden demorarse en aparecer y luego permanecer varios días con la zona indurada; las reacciones cutáneas generalizadas evolucionan muy rápido (minutos) y se extienden por mucha superficie de la piel, haciendo que se ponga de color rojo y consistencia dura; las reacciones generalizadas son las más graves ya que son como las del shock anafiláctico y pueden hasta comprometer la vida del niño ya que producen síntomas severos por todo el cuerpo, entre ellos cierre de la vía aérea. Es importante recordar que cuando se producen muchas picaduras pueden aparecer reacciones caracterizadas por fiebre y vómitos. A veces hay reacciones más tardías que puede afectar a los riñones o al sistema nervioso.
Cómo se diagnostican
En el caso de sospechar un cuadro de alergia relacionado con las picaduras la sospecha es fácil porque suele existir el antecedente de la picadura y la posible reacción alérgica. En estos casos se pueden hacer pruebas cutáneas o de sangre para detectar la presencia de anticuerpos del tipo IgE del niño frente a los venenos que se quieran investigar en función de la sospecha.
Como siempre lo más importante es el antecedente de la sospecha, ya que a veces estas pruebas pueden salir negativas de forma falsa (son los denominados falsos negativos), por lo que en un niño con serias sospechas de ser alérgico (como el hecho de que haya presentado una reacción severa a una picadura), normalmente hace que incluso el pediatra indique repetir las pruebas. A veces es conveniente esperar al menos 2 a 4 semanas tras la picadura para realizar las pruebas.
En el caso de que la alergia sea por sustancias inhaladas lo típico es que el niño presente los síntomas en los momentos del año y en los sitios donde está en contacto con el insecto que le produce la alergia. En otros casos es más difícil, por ejemplo con los ácaros del polvo, ya que están presentes durante todo el año.
Cómo se trata
—Reacciones locales: normalmente es suficiente con antiinflamatorios tópicos (cremas) y aplicación de frío local para bajar la inflamación. Es importante al retirar el insecto sin comprimirlo para que no se inocule más veneno. A veces el niño necesita tomar antiinflamatorios o antihistamínicos por vía oral si la inflamación es más importante.
—Reacciones anafilácticas (generalizadas): son cuadros muy serios equivalentes al shock anafiláctico y el tratamiento debe realizarse en un servicio de urgencias hospitalario ya que el niño puede necesitar oxígeno, adrenalina, corticoides y otros tratamientos. Para los casos en los que existan reacciones graves existen autoinyectores de Adrenalina, como por ejemplo Altellus®, que pueden llevar y manejar los padres en el momento en el que se produce la reacción grave. Son dispositivos muy fáciles de usar y que permiten actuar en solo unos minutos mediante la administración de adrenalina por parte de los padres, ya que solo hay que quitar un tapón y aplicar el dispositivo sobre el muslo del niño durante diez segundos, en caso de que se efectivamente esté produciendo una reacción alérgica severa.
—Inmunoterapia con veneno (ITV): es un tratamiento en el que se utiliza el propio veneno del insecto para producir desensibilización en el niño y conseguir así reducir el riesgo de que tenga una reacción anafiláctica o generalizada, que potencialmente es muy grave. En general no se suele usar en los niños que sólo han tenido reacciones locales y sí en los que han tenido al menos una reacción generalizada para la cual se tiene constatado el veneno causante. Hay que valorar mucho estos tratamientos ya que en ciertos tipos de niños, venenos y edades el riesgo de reacción generalizada puede variar. En general tienden a usarse más a partir de la adolescencia con cuadros generales constatados, ya que el riesgo de estos niños es mayor que el de los más jóvenes, aunque hay tablas y criterios para valorar cada caso. El problema de este tratamiento es que puede tener efectos adversos importantes un porcentaje considerable de niños. Este tratamiento puede durar años, aunque se cree que con cinco años podría ser suficiente.
Cómo se puede prevenir
Lo fundamental es evitar el riesgo de picadura o mordeduras. En los sitios de riesgo los niños deben llevar ropas que les cubran y evitar los colores y olores atractivos para los insectos. En los casos en los que se conozca el antecedente de reacciones generales graves puede ser prudente hasta que lleven adrenalina consigo si realizan actividades en sitios de riesgo. En el caso de los niños pequeños la alergia debe ser conocida por los cuidadores y profesores.
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