El objetivo del tratamiento del asma en los niños es conseguir que la inflamación pulmonar disminuya para que se produzcan menos episodios de obstrucción y de menor repercusión. Para ello se suele realizar un tratamiento de base y, si se presentan crisis, se tratan de forma específica.
La mayoría pueden tratarse en el domicilio pero los casos moderados o severos pueden necesitar acudir al hospital. Lo ideal es conseguir que el niño lleve una vida lo más normal posible, para lo cual es ideal que no tenga síntomas y reducir el riesgo de padecer episodios. Existen protocolos internacionalmente aceptados para el tratamiento del asma, aunque este es individualizado. Se suelen realizar controles periódicos frecuentes hasta que el niño tenga un buen control de forma que luego necesite menos revisiones. En estas se valoran el número de episodios, la gravedad, las veces que ha necesitado medicación y la afectación de la calidad de vida del niño.
Cómo se trata el asma infantil
Existen una serie de pilares para el tratamiento: control de los factores que producen el asma, fármacos para el asma, control del asma a largo plazo, control de los episodios agudos y tratamientos en situaciones especiales y educación del niño.
Control de los factores que producen o agravan el asma
—Control de los factores ambientales: en los casos en que el asma es de origen alérgico es importante encontrar las sustancias que lo producen para poder aislar al niño de ellas. A veces esto es suficiente para controlar la enfermedad. En muchos casos los alergenos son el polvo o ciertas mascotas. Hay sustancias irritantes, como el humo, que pueden agravar los efectos de otros alergenos. En el caso de los ácaros del polvo lo importante será mantener limpia la casa, procurando no levantar polvo al hacer la limpieza, evitar los peluches, las tapicerías o la humedad ambiental. Una vez quitado el alergeno es importante recordar que el niño puede tardar semanas en recuperarse. A veces los desencadenantes son virus, por lo que en casos muy concretos es posible que se aconseje no llevar el niño a la guardería. Por este mismo motivo se suele indicar la vacunación de la gripe a los niños asmáticos.
—Control de otras enfermedades que se pueden asociar, como el reflujo gastroesofágico o las rinitis.
Nociones esenciales del tratamiento a largo plazo
Reciben tratamiento de largo plazo (o de fondo) los niños en los que la frecuencia de episodios es elevada. Los fármacos más usados en estos casos son los corticoides inhalados, aunque existen alternativas. El fin es controlar la enfermedad y luego ir bajando las dosis y la potencia de la medicación. Al principio el control es más difícil ya que la propia inflamación impide que la medicación llegue correctamente. Se intenta utilizar la menor dosis posible con el fin de minimizar los efectos secundarios.
Para administrar la medicación inhalada se suelen utilizar aerosoles en inhalador (MDI), polvos en inhalador (DPI) o suspensiones en nebulizadores (esto es más usual en medio hospitalario). Con los aerosoles o MDI, los más comunes en niños, se suelen usar las conocidas como «cámaras», espaciadores que permiten que los más pequeños puedan recibir el medicamento, que la dosis sea adecuada y que se reduzcan los efectos adversos por depósito de medicación en la boca. Para usarlos basta con colocar la mascarilla al lactante y dar una pulverización, tras la cual se mantiene la cámara unos treinta segundos. Los niños mayores deben hacer una inhalación lenta y profunda y luego aguantar la respiración unos segundos para que difunda la medicación. Los polvos en inhalador o DPI son fáciles de usar ya que basta con inspirar, aunque los niños más pequeños no suelen tener fuerza suficiente para hacerlo y por eso se usan con ellos las cámaras espaciadoras.
El correcto cumplimiento del tratamiento es fundamental, la causa más frecuente de episodios agudos es el incumplimiento adecuado del tratamiento de fondo. Un mal cumplimiento puede terminar propiciando una subida de dosis de los fármacos de fondo, con mayor riesgo de efectos secundarios. Es importante que los padres aseguren el cumplimiento en los niños pequeños y supervisen el de los mayores.
Control del asma a largo plazo
Entre los fármacos que se suelen usar están los corticoides inhalados, los corticoides orales, los beta-agonistas de larga acción, los modificadores de los leucotrienos, los antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y la teofilina de liberación lenta.
—Corticoides inhalados: tienen numerosos efectos beneficiosos como disminuir la inflamación y reducir los episodios agudos y la necesidad de medicación durante estos. El mayor problema reside en la posibilidad de que puedan aparecer efectos adversos pero estos son raros si se administran a las dosis adecuadas. Entre los efectos adversos se encuentran las infecciones por cándida en la boca y los episodios de afonía. Otros más preocupantes pero menos frecuentes son la posible afectación del crecimiento del niño o la afectación de la mineralización de los huesos.
—Corticoides orales: solo se usan en asma persistente grave o en episodios agudos durante unos pocos días, y se ajustan las dosis para reducir la posibilidad de efectos secundarios. Siempre se deben seguir las pautas marcadas por los profesionales para un uso seguro de los corticoides.
—Beta-agonistas de larga duración: se suelen usar en el asma de predominio nocturno o en el inducido por ejercicio. Normalmente se usan asociados a los corticoides inhalados para no subir demasiado las dosis de estos.
—Modificadores de los leucotrienos: suelen actuar bien en el asma relacionado con el ejercicio y el de tipo alérgico. Suelen usarse asociados a los corticoides. Uno de los más conocidos es el montelukast.
—Fármacos antiinflamatorios no esteroideos: son útiles en el control del asma inducido por ejercicio y por ciertos tipos de alergias. Se suelen utilizar asociados a otros fármacos. Los más conocidos son el cromoglicato y el nedocromilo.
—Teofilina: tiende a no usarse en niños ya que su absorción es irregular.
—Fármacos anti-igE (Omalizumab): es un anticuerpo monoclonal que se puede usar en niños mayores de doce años en casos específicos de asma alérgico mal controlado .
Control de los episodios agudos
Los episodios agudos, también llamados exacerbaciones o episodios de broncoespasmo, se suelen beneficiar fármacos como los beta-agonistas de acción corta, anticolinérgicos o los ciclos cortos de corticoides orales. En los servicios de urgencias se suele asociar oxígeno.
—Beta-agonistas de acción corta: entre ellos se encuentra el famoso Ventolín®. Estos fármacos relajan los músculos de los bronquios y reducen la cantidad de líquido en el pulmón. Son los dilatadores pulmonares más potentes y su mayor problema es que a dosis altas pueden elevar la frecuencia cardíaca, algo de riesgo en todos los niños pero mucho más en los que tienen problemas cardíacos. Es mejor hacer un buen tratamiento de base, que usar dosis altas de beta-agonistas de acción corta en muchas ocasiones.
—Anticolinérgicos: son menos potentes que los anteriores y su efecto empieza más tarde pero se pueden usar combinados para no aumentar demasiado la dosis de los beta-agonistas y reducir así el riesgo de efectos secundarios.
—Corticoides orales: se usan en episodios agudos moderados y se ajustan mucho las dosis para reducir la posibilidad de efectos secundarios. Se suelen utilizar en ciclos cortos de tres a cinco días. Siempre deben ser pautados y controlados por un profesional.
Tratamientos en el domicilio
El momento de mayor riesgo de que se produzca una crisis de broncoespasmo suele ser por la noche. Los padres de niños asmáticos deben saber reconocer un episodio de asma agudo, qué medicación usar y cómo hacerlo, así como una serie de parámetros que indican que deben acudir a un servicio de urgencias sin demora, como sucede con los niños de alto riesgo, las crisis graves o la no mejoría con el tratamiento. Esta información la proporciona siempre el pediatra. En caso de actuar a tiempo en el domicilio y de forma correcta se reduce mucho el riesgo de mortalidad, pero cuando la respuesta no es clara se debe acudir a un servicio de urgencias. Un cuadro agudo que no mejora con el uso de medicación se denomina estatus asmático, un cuadro grave que debe ser tratado en hospital.
Tratamientos en lactantes y preescolares
En estas edades son frecuentes los episodios de sibilancias repetidos, aunque la mayoría suelen desaparecer con el tiempo. En función del cuadro que presenten puede estar indicado el tratamiento. Se suelen utilizar corticoides inhalados de fondo y salbutamol en las crisis agudas. Es importante el entrenamiento de los padres en el manejo de la medicación y los dispositivos, así como en qué hacer cuando el niño presenta los episodios.
Educación del niño
La educación del es fundamental en el tratamiento del asma, sobre todo en el domicilio, mejorando de forma llamativa el grado de cumplimiento y aceptación del tratamiento y con ello la calidad de vida y el pronóstico. Se le deben dar primero explicaciones sencillas de por qué se produce el asma (reacciones a sustancias que le hacen daño en los pulmones) y luego de por qué el tratamiento de fondo ayuda a que no se produzcan los cuadros agudos. A partir de cierta edad el niño debe participar de forma activa en el seguimiento de su patología y en las revisiones que se haga en consulta, así como en los cambios de tratamiento, estilo de vida, etc.
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