Las otitis son uno de los cuadros más frecuentes en pediatría y pueden verse a casi cualquier edad, aunque son más frecuentes en niños en edad preescolar y escolar. Contrariamente a lo que se piensa, no todas duelen ni presentan los mismos síntomas ni riesgos de complicaciones. En este post se tratan las denominadas otitis medias.
La otitis media es una inflamación en la porción media del oído, es muy frecuente en la edad infantil, y suele haber presencia de un exudado (o líquido) en el oído medio y que se caracteriza por la presencia de dolor. En general es más frecuente en niños que están en contacto cercano con otros (guardería, colegio, campamentos) y en hijos de padres fumadores. Se considera otitis media crónica en caso de que dure más de tres meses.
Por qué se producen
En general la mayoría se producen por bacterias, de entre las que destacan el neumococo y el Haemophilus influenza (frente a las que actualmente existen vacunas). El resto de los cuadros lo suelen producir virus, pero en general estos no se suelen detectar ya que los métodos diagnósticos son muy diferentes.En general los gérmenes suelen alcanzar el oído desde la nariz, boca y garganta ya que están comunicados con el oído medio mediante una estructura denominada trompa de Eustaquio. Si los gérmenes alcanzan el oído medio entonces pueden producir una infección localizada en dicha zona. Por ese motivo es habitual que antes del cuadro de otitis media exista un antecedente de cuadro catarral o infección faríngea clara en el niño, en los días anteriores al inicio de la otitis. En los casos de otitis media crónica uno de los agentes más frecuentes es la Pseudomona aeruginosa, que puede sobreinfectar un cuadro agudo y transformarlo en crónico.
Qué síntomas producen
En los niños pequeños y sobre todo en lactantes los síntomas pueden ser más difíciles de orientar al principio ya que el niño llora por el dolor, aunque es muy característico que se lleve las manos a la oreja del lado afectado. El niño puede estar más irritable y de peor humor e incluso a veces rechazar la toma, ya que el oído puede dolerle más al succionar. A veces asocian fiebre (que puede ser alta) y vómitos. Otro dato muy típico a esta edad es que se despierten de forma brusca por la noche, llorando.
En los niños mayores los síntomas son más específicos ya que el propio niño refiere que le duele el oído y no es raro que presenten secreción purulenta. En los niños mayores es menos habitual la presencia de fiebre y en los casos en los que la tienen no suele ser tan alta como en los lactantes. Un dato en general común a todas las edades es que a veces la presión del oído medio es muy alta (por lo que el dolor también puede serlo). En algunos de esos casos el tímpano se abre espontáneamente y entonces puede salir el contenido purulento del oído medio a través de él. Al liberarse este líquido disminuye la presión del oído medio y por lo general disminuye o desaparece el dolor. Los casos crónicos se consideran como tales cuando los síntomas persisten al menos tres meses.
Cómo se diagnostican
En general es fácil sospecharla en los lactantes en el momento en que estos se llevan la mano a la oreja. Los niños mayores suelen referir la localización del dolor o incluso la secreción. Al visualizar el conducto auditivo con el otoscopio el pediatra observa que el tímpano (la membrana que separa el oído externo del medio) está abombado por la inflamación y acúmulo de líquido que hay detrás de él. También suele tener alterado el color e incluso puede estar perforado por efecto de la presión interna.
Cómo se tratan
En general el tratamiento se realiza mediante antibióticos. Las dosis y las pautas son diferentes en los lactantes que en los niños mayores, por lo que siempre los debe pautar el pediatra y establecer los controles clínicos para observar la respuesta al tratamiento. Los antibióticos pueden ser por boca o de forma local mediante el uso de preparados como el Cetraxal® o el Cetraxal Plus®.
En los niños pequeños con mala respuesta al tratamiento puede que sea necesario plantear una timpanocentesis (apertura del tímpano), de forma que pueda salir el líquido acumulado dentro del oído medio. En los casos en los que el tímpano se ha roto espontáneamente, suele cicatrizar en pocos días, y el pediatra controlará la evolución. Es muy importante cumplir de forma adecuada el tratamiento y las indicaciones del pediatra para evitar posibles recurrencias o complicaciones.
Los casos de otitis media crónica tienen un tratamiento más complejo: en general suelen requerir antibióticos y a veces se benefician de la colocación de drenajes timpánicos para favorecer la salida de secreciones. En los casos en los que la respuesta no es adecuada se puede recurrir a cirugía, en la que se abordan los huesos cercanos para realizar un limpiado de la zona.
Qué complicaciones pueden presentar
A veces los síntomas mejoran y luego vuelven a aparecer de nuevo pocos días tras la finalización del tratamiento (menos de 7). Son las otitis medias persistentes, que se pueden beneficiar de nuevos ciclos de antibióticos, más prolongados. Los cuadros recurrentes son aquellos en los que los síntomas reaparecen tras finalizar el tratamiento, pero al menos siete días más tarde de finalizado este. Los de repetición son aquellos en los que aparecen varias otitis en un año. En estos casos se valoran tratamientos antibióticos diferentes o incluso de forma profiláctica para evitar el riesgo de que el oído se pueda afectar por las infecciones, provocando pérdida de audición en el niño.
Las otitis medias también pueden afectar a estructuras cercanas produciendo una mastoiditis, una inflamación que puede ser grave y que se caracteriza porque la zona de detrás de la oreja se inflama mucho, desplazando la oreja hacia delante y hacia abajo, con fiebre. Ante la sospecha de esta inflamación siempre se debe consultar al pediatra o a un servicio de urgencias ya que puede ser necesario tratamiento antibiótico intravenoso.
La otitis media es un cuadro muy frecuente en la edad infantil pero que puede ser más difícil de sospechar en los lactantes. Un dato que ayuda mucho es que el niño se lleva la mano al oído al llorar.
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