Los estremecimientos son episodios de temblores que típicamente se ven en lactantes, aunque pueden prolongarse hasta los siete años de edad.

No está claro el por qué se producen estos episodios de temblores, aunque parece que existe un componente genético, ya que suele haber antecedentes de episodios similares en los familiares de los niños que los padecen. A veces los familiares también padecen cuadros de temblores esenciales a la larga, de tipo benigno. Pueden aparecer espontáneamente (sin motivo alguno), o bien relacionados con determinados desencadenantes como el estrés, ansiedad, probar determinados sabores (dulces o salados intensos), etc.

Qué síntomas producen
Los niños presentan cuadros de muy pocos segundos de duración (menos de diez, en general) en los que sufren estremecimientos parecidos a los de un escalofrío. El estremecimiento puede ser generalizado o bien localizarse sobre todo en cabeza y brazos. La frecuencia con la que presentan estos episodios también es muy variable y depende de factores como el niño o los desencadenantes, ya que pueden verse entre unos pocos o muchísimos episodios al día (hasta más de 50, aunque esto realmente es poco frecuente).

Cómo se diagnostican
Con la historia clínica y la exploración suele ser suficiente para llegar al diagnóstico, aunque el pediatra suele estar muy atento a la evolución o a la presencia de otros síntomas y signos, ya que a veces es necesario descartar procesos que pueden dar síntomas parecidos, como ciertos tipos de epilepsia.

Cómo se tratan
En general se trata de cuadros benignos y que suelen remitir de forma espontánea con el tiempo y que no requieren tratamiento específico. Lo más importante suele ser observar la evolución para ver si aparecen signos o síntomas que puedan poner de manifiesto otro proceso.

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