La giardiasis es una parasitación producida por la Giardia lamblia, un parásito bastante común en niños y también en adultos. Esta es una infección no solo relativamente frecuente, sino que es fácil que pase inadvertida ya que es habitual que no produzca síntomas o que estos sean complicados de detectar, aunque en este post se explica cómo sospechar este cuadro en muchos de los casos.
El parásito puede entrar en el organismo a través de alimentos o agua contaminados pero también puede ser contagiado directamente, de un niño a otro, cuando un niño que lo padece sigue acudiendo a la guardería o al colegio, algo que, por otro lado, es normal si no se ha detectado el cuadro al no padecer el niño que la padece síntoma alguno. Parece que podría existir una mayor facilidad de infección en niños con fibrosis quística y enfermedad de Crohn, por lo que estos niños a veces deben realizar controles periódicos, dentro de sus revisiones habituales.
Qué síntomas produce
El problema de la infección producida por este parásito es que puede no dar síntomas. En caso de darlos suelen ser de tipo digestivo pero inespecíficos, como dolores abdominales y diarreas que pueden terminar evolucionando a un cuadro parecido a una malabsorción en el que se pueden ver diarreas abundantes con presencia de agua y grasas en las heces. Normalmente estas diarreas suelen oler bastante mal debido a la presencia de restos de grasas mal digeridas. A veces estos niños pueden presentar cuadros de reacciones alérgicas en la piel en forma de urticaria y dolor en determinadas articulaciones. Estos síntomas son menos frecuentes.
Cómo se diagnostica
Cuando el niño comienza con los síntomas normalmente se intentan descartar otros procesos que también los producen, como la diarrea común. Una de las pruebas que se suele utilizar, en el diagnóstico de síntomas digestivos de origen no claro, es precisamente la búsqueda de parásitos en heces, que es como se suele diagnosticar esta enfermedad, ya que el parásito se puede visualizar mediante microscopio. Eso sí, a veces se necesitan varias muestras de heces para poder encontrarlo. En caso de sospecha se puede recurrir a otras pruebas, como la endoscopia para la biopsia y tomas de muestras.
Cómo se trata
El tratamiento se basa en el uso de metronidazol, un fármaco que deben pautar los pediatras y que se suele usar unos diez días, aunque depende del caso. En general la respuesta es bastante buena, aunque en los casos en los que no es así se pueden utilizar medicamentos alternativos o bien combinaciones de dos medicamentos.
Hay ocasiones en las que existe una sospecha importante de infección por este parásito, como en el caso de niños que han estado expuestos a un brote y presentan los síntomas, pero no se consigue confirmar su presencia. En esos casos y de forma puntual el pediatra puede pautar el tratamiento con el fin de erradicar el posible parásito. Si cesan los síntomas es que estos estaban causados por el parásito.
Qué pronóstico tiene
En general, es bastante bueno una vez que se diagnostica y se trata. El mayor problema puede residir en los niños asintomáticos, que pueden seguir contagiando la enfermedad.
Cómo prevenirla
La prevención se basa en mantener buenas condiciones higiénicas y sanitarias, tratar a los familiares y los contactos cercanos de los niños y atajar las posibles fuentes de contagio una vez se localizan (niños portadores, alimentos, zonas contaminadas).
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