Enfermedad de Crohn

Tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn forman parte del grupo de las enfermedades inflamatorias intestinales. La enfermedad de Crohn se caracteriza por una inflamación que puede afectar a cualquier porción del aparato digestivo, desde la boca hasta el ano. Parece que se produce por factores genéticos que podrían desencadenar la enfermedad en presencia de otros factores externos como ciertas infecciones, algunos hábitos alimenticios o la flora bacteriana propia del niño. En cuanto al componente genético o hereditario, es fácil encontrar antecedentes de esta enfermedad en los familiares del niño que la padece.

Estos factores externos lo que hacen es desencadenar un cuadro de inflamación que puede extenderse por parte o por todo el intestino, afectando de forma indistinta a intestino delgado y grueso, aunque las zonas que más se suelen afectar son la parte final del intestino delgado y la parte inicial del intestino grueso, situada a continuación. Lo típico es que se afecten zonas en forma de parches o segmentos de forma que hay zonas afectadas junto a zonas sanas. Es frecuente que se produzcan también abscesos o fístulas.

Qué síntomas produce
Los niños que padecen este cuadro suelen presentar, sobre todo al inicio, un retraso del crecimiento de origen no claro. Posteriormente se suele seguir de fiebre, palidez y sensación de malestar leve o moderado. Y luego aparecen los síntomas digestivos. Estos dependen de la zona donde se produzca la afectación. En el intestino delgado, al tener este un diámetro más estrecho, es más fácil que el niño pueda presentar un cuadro obstructivo por la inflamación o por la presencia de abscesos. En este caso los síntomas pueden ser dolor abdominal, abdomen  con aspecto «inflado» y vómitos persistentes con restos de bilis, que suelen ser de color verde. En los casos en los que la obstrucción intestinal es parcial el niño lo que nota son episodios de dolor, abundantes ruidos intestinales y abdomen «hinchado».

En otros casos la afectación del intestino delgado condiciona un cuadro en el que predomina la malabsorción de nutrientes. Cuando esto ocurre predomina el retraso del crecimiento e incluso retraso del desarrollo óseo del niño. La afectación del intestino delgado también puede producir cuadros de dolor abdominal, náuseas y vómitos que no ceden.

En los casos en los que se afecta el intestino grueso, que tiene un diámetro más ancho, lo que suele predominar es la presencia de dolor, diarrea y sangrado, que son síntomas muy parecidos a la colitis ulcerosa y a otras enfermedades que afectan al colon. En la enfermedad de Crohn es habitual que se afecte la zona de alrededor del ano, normalmente a través de la presencia de fístulas o abscesos.

Otro de los problemas del Crohn es que se formen fístulas, que son una especie de agujeros o canales que permiten la comunicación del intestino con órganos como la vesícula, la vagina o la piel. En función del órgano afectado se producen cuadros como infecciones en vejiga y riñones, salida de heces por vagina o problemas en la piel afectada. Otros órganos que se pueden afectar son el hígado y el recto. También es relativamente frecuente ver afectación de otras zonas alejadas del foco de la enfermedad o que aparentemente no tienen nada que ver con ella. Entre estas afectaciones se encuentran la presencia de llagas en la mucosa de la boca, la inflamación de diferentes articulaciones o incluso la formación de cálculos en el riñón o en la vesícula.

Cómo se diagnostica
Este cuadro se suele sospechar por la historia clínica, ya que la presencia de síntomas compatibles y sobre todo los antecedes familiares suelen poner en aviso al profesional. En algunos casos los síntomas pueden ser muy poco específicos, sobre todo al principio de la enfermedad o cuando lo más visible es la inadecuada ganancia de peso. Esto hace que a veces el diagnóstico pueda retrasarse hasta años ya que los síntomas iniciales no hacen sospechar realmente un cuadro de enfermedad de Crohn.

Cuando la enfermedad progresa y se añaden síntomas digestivos e incluso en otros órganos el cuadro se va haciendo más fácil de sospechar. Son especialmente útiles signos como la presencia de dolores abdominales repetidos, la pérdida de peso, el sangrado con las heces o los antecedentes familiares. Siempre se suele investigar en los casos de diarrea crónica. Es importante descartar otras causas, como las gastroenteritis, que pueden producir síntomas similares, diarrea y sangrado.

Entre las pruebas complementarias de utilidad se encuentran determinados estudios analíticos para ver la función de determinados órganos y el posible déficit de nutrientes, así como la presencia de autoanticuerpos que favorecen la aparición de la enfermedad. Como pruebas de imagen suelen ser de utilidad las radiografías, la ecografía y el TAC abdominales. La endoscopia digestiva suele ser la prueba más fiable para realizar el diagnóstico y para recoger muestras de la mucosa intestinal con el fin de realizar una biopsia. La endoscopia se puede hacer por vía rectal o por vía oral en función de dónde se sospeche que se localiza el cuadro.

Cómo se trata
No existe un tratamiento realmente enfocado a revertir la enfermedad en sí. El objetivo es reducir los episodios y la intensidad de los síntomas. Es importante un apoyo nutricional de forma que se establecen dietas personalizadas y supervisadas por nutricionistas de forma que desencadenen menos episodios de inflamación. A veces es útil el aporte de calorías añadidas mediante preparados específicos.

El tratamiento con fármacos se basa en los corticoides, que se pueden dar de forma oral o bien por vía rectal cuando la afectación se corresponde con la parte final del intestino grueso. Se suelen iniciar a dosis elevadas para luego ir descendiendo. Su principal problema es que el niño pueda hacerse dependiente de ellos, de forma que no se puedan bajar o que, aún usando dosis elevadas, no hagan efecto. También se pueden utilizar fármacos como el 5-aminosalicílico o inmunosupresores. Todos estos medicamentos poseen efectos secundarios, por lo que su uso se indica para ciertas situaciones y bajo controles periódicos. Las pautas de tratamiento se suelen hacer en función de varios factores y uno de los más importantes es la localización de la enfermedad en el intestino.

La cirugía se plantea cuando los síntomas o las complicaciones son importantes y no se pueden controlar mediante el uso de fármacos. Se suele reservar lo máximo posible ya que tras ella pueden volver a aparecer recaídas y no es raro que un niño tenga que necesitar una nueva cirugía. De hecho, la propia cirugía puede producir complicaciones.

Suele ser útil el apoyo psicológico al ser una enfermedad crónica con episodios de mayor gravedad en los que el niño puede ver limitada su actividad diaria.

Qué complicaciones puede producir
Una de las más severas aunque muy frecuente es el denominado megacolon tóxico, en la que el colon está aumentado de tamaño y no funciona debido a la inflamación que sufre y deja de hacer su función de barrera, impidiendo que las sustancias tóxicas que hay en su interior pasen al organismo. Si se produce este paso de sustancias se genera un cuadro muy grave.

Otro de los problemas de la enfermedad de Crohn es la calidad de vida de los niños, ya que si bien en general no se suele ver muy afectada, durante los episodios es posible que el niño tenga que limitar parte o todas sus actividades. Fuera de estos episodios de empeoramiento lo normal es que el niño pueda realizar una vida normal. La pérdida de peso y el retraso del crecimiento que pueda haber adquirido el niño al principio de la enfermedad se suelen recuperar.

Si el Crohn afecta a todo el tracto digestivo se puede producir un síndrome de malabsorción severo, aunque esta afectación es poco frecuente en la edad infantil. El niño puede sufrir un retraso del crecimiento, relacionado con la enfermedad en sí (por la malabsorción de nutrientes) o por el uso de corticoides a dosis altas durante mucho tiempo. A la larga, y tras muchos años de evolución, parece que existe un incremento del riesgo para padecer ciertos tumores intestinales debido a la afectación continuada de la mucosa. Por este motivo se deben realizar controles periódicos de esta posibilidad.

Qué pronóstico tiene
En general la mayor parte de los niños con enfermedad de Crohn suelen tener episodios repetidos aunque también tienen períodos sin enfermedad bastante prolongados. En estos intervalos los niños pueden llevar una vida normal. A veces los episodios suceden tras una infección viral. Suele haber mayor número de síntomas cuando la zona del intestino afectada es el colon, en el intestino grueso, respondiendo peor al tratamiento con fármacos.

Con el paso de los años estos niños pueden tener mayor riesgo de padecer ciertos tumores digestivos en las zonas del intestino afectadas por la inflamación continuada. Es muy importante que se realicen controles periódicos para prevenir su aparición, a lo largo de toda la vida. En general los niños viven muchos años, siendo sus mayores problemas la presencia de episodios de inflamación y el riesgo de aparición de tumores en el intestino.

Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.

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2 comentarios en “Enfermedad de Crohn

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