Una anemia consiste en un descenso de una sustancia en la sangre llamada hemoglobina, que permite el transporte de oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos, donde lo entrega para que pueda utilizarse.
La causa más frecuente de anemia en la edad infantil se debe a la falta de hierro. La segunda causa en frecuencia son las causadas por infecciones y en tercer lugar se sitúan las generadas por procesos crónicos, enfermedades que al prolongarse en el tiempo terminan generando un cuadro de anemia en el niño que las padece.
En las anemias por sangrado, el origen del cuadro consiste en un sangrado que a veces es escaso pero prolongado en el tiempo y que no tiene por qué ser evidente a simple vista.
Por qué se producen
Los sangrados pueden ser de diversos tipos. Pueden ser agudos y visibles (siempre son una urgencia) o, más frecuentemente, poco evidentes pero prolongados en el tiempo. Algunas de las causas que producen sangrados crónicos son la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn o un divertículo de Meckel, o bien reglas abundantes en las adolescentes. Pero hay muchas más.
Qué síntomas producen
Los síntomas pueden ser ambiguos, por lo que el diagnóstico a veces es complicado. Entre los síntomas que con más frecuencia se pueden encontrar están el color pálido de la piel, la tendencia al cansancio, fatiga e incluso irritabilidad por resistencia a realizar actividades que conlleven esfuerzo físico o concentración. Infecciones o llagas frecuentes en los labios en la y mucosa de la boca. El niño suele tener buen aspecto, salvo que la palidez sea llamativa.
Cómo se diagnostica
Ante una anemia el pediatra siempre estudiará las posibles causas basándose en la historia clínica y la exploración del niño. En el caso de las anemias por sangrado puede ser posible que el pediatra encuentre datos en la historia clínica que le hagan sospechar, como la presencia de dolores abdominales repetidos, heces de color oscuro o reglas abundantes y busque posibles sangrados mediante pruebas como la detección de sangre en orina y heces.
En otras ocasiones resulta complicado llegar al diagnóstico ya que se requiere esperar un tiempo de evolución hasta que aparecen nuevos síntomas o se plantean nuevas posibilidades. El problema de algunos sangrados crónicos es que no dan síntomas y además pueden ser intermitentes, por lo que no es fácil llegar al diagnóstico.
Cómo se tratan
En los casos de sangrado agudo o intenso, el tratamiento siempre será urgente en un medio hospitalario. El tratamiento obvio es tratar la causa del sangrado y posteriormente el cuadro de anemia según la urgencia. A veces no requieren tratamiento específico, mientras que en otras ocasiones pueden llegar a necesitar transfusiones de sangre.
En los sangrados crónicos es importante conocer el origen del sangrado para intentar tratar la enfermedad o el proceso que lo esté generando. En los casos en los que el tratamiento es complicado puede ser necesario asociar tratamientos para compensar en parte la pérdida de hemoglobina.
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