La lactancia materna es el alimento fundamental para el recién nacido, siendo además casi insustituible durante los 6 primeros meses de vida al niño. Uno de sus mayores beneficios es precisamente que ayuda al desarrollo cerebral del niño, por lo que se aconseja darla durante todo el tiempo posible, y como mínimo los 6 primeros meses de vida.
Sus ventajas son innumerables, y entre ellas destacan el que fomenta la relación y el vínculo afectivo entre madre e hijo; se adapta a las necesidades del niño, ya que su composición va variando conforme avanza el tiempo e incluso dentro de cada toma; otorga protección frente a muchas enfermedades, por paso de anticuerpos de la madre al niño; también protege frente a procesos como alergias, asma o la muerte súbita del lactante; por último, tiene menos riesgo de sufrir contaminación bacteriana o por otros gérmenes que los biberones preparados con leche artificial.
Las mejores profesionales para resolver la mayoría de las dudas suelen ser las matronas, que además suelen estar muy accesibles, especialmente en los centros de salud donde disponen de ellas. Con las matronas es fácil no solo resolver dudas sino comprobar si se hacen bien las tomas (suelen observar la técnica de la toma en las madres con problemas) y por supuesto asistir a grupos o charlas de ayuda que se organizan en los mismos centros de salud.
En este post se explica cuándo comenzar, consejos para realizar una técnica adecuada, sobre los horarios y la duración de las tomas o cómo manejar los primeros días y las semanas de después. También se comenta la higiene de las mamas y las recomendaciones que deben tener en cuenta las madres sobre su propia alimentación. Por último se comentan los problemas que pueden surgir durante la lactancia, separándolos en frecuentes, leves y por supuesto en graves, tratando incluso las (escasas) situaciones en las que podría estar contraindicada la lactancia materna.
Cuándo empezar
Se puede iniciar en el postparto inmediato, nada más nacer el niño. Es un momento que además favorece el estrechamiento del lazo madre-hijo y que puede ser muy bueno, ya que un rato después tanto la madre como el niño entrarán en un estado de somnolencia que es consecuencia del esfuerzo realizado por parte de ambos durante el parto. En ese período será más difícil que el recién nacido inicie la lactancia.
Técnica de la toma
A la hora de dar el pecho es muy importante que la madre y el niño estén sentados de forma cómoda, de manera que la cabeza del niño esté enfrentada de forma natural a la mama, y poder coger la areola con la boca sin dificultad, englobando el pezón en su totalidad. El niño debe estar cómodo, cerca del pecho y poder succionar sin realizar demasiado esfuerzo.
Horarios de las tomas
En general se recomienda no seguir horarios rígidos y adaptarse a las necesidades del niño. Estas serán muy variables durante los primeros días, pero luego se irán regularizando de forma espontánea, lo cual será fundamental para que la madre pueda realizar sus actividades cotidianas. Al principio el niño vaciará rápidamente el contenido de su estómago y por ese motivo pedirá con mayor frecuencia. Esto también es bueno para que la madre tenga leche, pues la succión del pezón genera la secreción de prolactina, que es la hormona que permite que se sintetice más leche. Al cabo de unos días las tomas se irán espaciando de forma natural, hasta alcanzar las 3-4 horas de separación con el tiempo.
Sobre las 3-4 semanas de vida el niño comenzará a realizar el inicio de la pausa nocturna, comenzando a dormir 4, 5 y 6 horas seguidas sin problema.
Duración de las tomas
Este es otro aspecto que varía mucho en función de cada niño. En general se considera que con tomas de 10 a 15 minutos debería de ser suficiente para que el niño vaciara el pecho, aunque depende no solo del niño sino de la edad, ya que los niños que van siendo mayores lo vacían en menos tiempo.
En cada toma se pueden ofrecer ambos pechos o bien alternar uno en cada toma, lo importante es que se consiga un buen vaciado del pecho, ya que ese es el estímulo para seguir teniendo leche.
También es muy importante que el niño expulse los gases durante y después de la toma, con el fin de evitar la aparición de los cólicos del lactante por acumulación excesiva de gases.
Seguimiento por el pediatra/ matrona
Una de las funciones del pediatra en las primeras semanas de vida del niño es comprobar el adecuado desarrollo de este de forma acorde con la alimentación que recibe. Al principio todos los niños pueden tener una pérdida de peso normal que se marca alrededor del 10-15% al nacer. Posteriormente tendrán una ganancia de peso de entre 150 y 250 gramos a la semana, durante las primeras semanas de vida, aunque este ritmo luego decrece.
En caso de que la madre crea que tiene menos leche, puede intentar aumentar la frecuencia de las tomas con el fin de estimular su secreción gracias al estímulo que produce el vaciado del pecho.
Higiene materna y de las mamas
Conviene que la madre se duche a diario y se lave las mamas, pero en general se suele recomendar no aplicar jabón sobre las areolas con el fin de no resecarlas en exceso y favorecer la aparición de grietas, muy dolorosas y que pueden hacer que el niño degluta sangre materna durante la toma. Además estas sustancias pueden generar mal sabor en las areolas.
Alimentación de la madre durante la lactancia materna
La dieta debe ser completa y equilibrada, dentro de límites normales y saludables. Lo normal es ingerir un pequeño aporte extra de calorías (no más de 500Kcal/ día extra) que contenga lácteos para un aporte suficiente de calcio. Es normal que a veces sea necesario que la madre tome un aporte extra de hierro, bien durante el embarazo o bien durante los primeros meses de lactancia. Esta indicación la debe hacer siempre su médico en el caso de que sea oportuno.
Es importante, por lo tanto, que la dieta sea muy variada y rica en alimentos de alto valor nutricional, como frutas, verduras, carnes y pescados de todo tipo. Los hidratos se deben tomar en forma compleja, que son de lenta absorción (cereales, pasta, legumbre) mejor que los simples, ricos en azúcar, de absorción rápida y menor valor nutricional (dulces, repostería, bollería industrial).
Las grasas en general también deben ser de alto valor nutricional, siendo preferibles las vegetales y de pescados frente a las animales. Conviene huir de los alimentos preparados o industriales con grasas, ya que estas suelen ser de bajo valor nutricional.
También es importante consumir una cantidad importante de agua a lo largo del día para ayudar a la producción de leche.
Hay algunos alimentos que pueden amargar el sabor de la leche (ajo, cebolla, rábanos, espárragos, col, coliflor, coles de Bruselas, embutidos fuertes y especias en general) por lo que se puede optar por evitarlos y así evitar que el niño no quiera tomarla por mal sabor.
Casi cualquier sustancia que la madre ingiera lo más probable es que pase a la leche, por lo que hay que tener mucho cuidado con el alcohol o tabaco (completamente prohibidos), los fármacos (que deben ser usados siempre bajo supervisión médica) y los excitantes como el chocolate o el café, que muchas veces no se tienen en cuenta y sí pueden pasar al recién nacido.
Problemas que pueden surgir
A veces pueden surgir problemas relacionados con la lactancia materna. Algunos de ellos son: la presencia de grietas en el pezón al usar ciertos productos, que pueden ser muy dolorosas y sangrar, de forma que el niño degluta sangre de la madre; la producción de una mastitis materna, una infección en el pecho que debe ser tratada; la ingurgitación del pezón, en la que este se introduce dentro de la areola y que se puede resolver mediante extracción manual de leche antes de las tomas; el dolor de las mamas durante las tomas, que se puede tratar con antiinflamatorios o con extracción manual de leche.
Situaciones que pueden complicar ligeramente la lactancia materna
Si se tiene la sensación de tener poca leche, hay que recordar que los mejores estímulos son la succión del niño y el completo vaciado de uno (o ambos) pechos en cada toma. Hay que hacer una dieta completa y equilibrada con un pequeño aporte extra y tomar un litro de lácteos. También se debe beber abundante agua.
Por otro lado, se puede guardar la leche en nevera hasta 24 horas, algo que puede ser útil en determinadas circunstancias que obliguen a estar separada del bebé en el momento en que le toque una toma.
Si se tienen grietas en el pezón, no hay que desesperarse: son dolorosas, pero inocuas para el niño y muchas se resuelven con cremas basadas en lanolina. En ocasiones pueden tragar algo de sangre de las grietas con la leche, por lo que puede que se vea esa sangre si el niño vomita. En esos casos el niño no suele tener ningún problema ya que la sangre es del pezón de la madre, no suya, pero se debe consultar al pediatra. Las grietas se previenen evitando el exceso de higiene en las mamas, pues determinados productos pueden resecar mucho la piel.
Si se nota el pecho muy hinchado puede que el niño tenga problemas para empezar a succionar, especialmente si el pezón se ingurgita y no sobresale demasiado. En estos casos la madre puede vaciarse ella misma un poco el pecho con la mano y posteriormente poner a su hijo a tomar.
Situaciones que pueden complicar mucho la lactancia materna
Algunas enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y la hepatitis B activa la contraindican. Y otras que no la contraindican, como las mastitis, pueden dificultarla mucho y deben ser estrechamente controladas por el médico o ginecólogo. En cualquier situación en la que se tenga duda sobre si se puede dar el pecho o no se debe consultar siempre con el ginecólogo o pediatra.
Contraindicaciones para dar la lactancia
Son muy pocas las situaciones que indican el que no se deba dar el pecho al recién nacido. Estas son la presencia de SIDA, tuberculosis o infecciones con virus herpes con presencia de vesículas; algunas enfermedades del niño, como la galactosemia ó las grandes prematuridades; la posibilidad de un nuevo embarazo, ya que según algunos estudios la lactancia materna podría favorecer el aborto. Otros estudios dicen que esto no está comprobado completamente.
Todos estos procesos deben ser diagnosticados y siempre se debe consultar con el pediatra o ginecólogo sobre la posibilidad de seguir dando el pecho o no, si se presentan.
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