La alergia a las proteínas de la leche de vaca es una reacción que produce el sistema defensivo del niño frente a la leche de vaca. Son relativamente frecuentes entre la población infantil y por ese motivo el diagnóstico debe estar siempre confirmado, no siendo válida la mera sospecha por parte de los padres. Siempre se debe acudir a un pediatra para la realización de un estudio. No es raro encontrarla en niños que tienen el antecedente de dermatitis atópica moderada o severa.
Se debe a que ciertas proteínas que están contenidas en la leche de vaca son reconocidas como extrañas por el sistema inmunológico (defensivo) del niño, que fabrica una serie de sustancias denominadas anticuerpos con el fin de defenderse de ellas. El problema es que además se desencadena una respuesta defensiva e inflamatoria que puede ser muy perjudicial para el niño. A veces predispone a padecerla la introducción temprana de la leche artificial o los cuadros de gastroenteritis previos a esta introducción.
Qué síntomas produce
Lo más normal es que tras la ingesta de leche de vaca (puede ser tras el segundo biberón de leche artificial) el niño presenta una reacción de urticaria, en la que se produce una erupción cutánea generalizada que puede picar mucho. El problema de esta urticaria es que si se agrava puede generar síntomas de mayor entidad. En la urticaria lo que ocurre es que en la piel aparecen los denominados «habones», que son elevaciones de la piel, normalmente de color rojizo, que pican y que suelen ir cambiando de sitio con el paso de las horas. El picor, en los lactantes, se suele traducir en cuadros de irritabilidad y llanto difícil de calmar. Esta reacción de urticaria es el cuadro más frecuente, pero no siempre está presente en los niños con alergia a las proteínas de la leche de vaca. A veces lo que ocurre es que los síntomas aparecen en forma de diarrea, vómitos, dolor abdominal (que se traduce en llanto) o incluso en forma de episodios de asma.
En general los síntomas y la repercusión de la alergia es más severa que en los cuadros de intolerancia a las proteínas de la leche de vaca, por lo que se ha de ser muy cuidadoso con el manejo de estos niños. Los cuadros de reacción alérgica grave deben ser tratados siempre en medio hospitalario, por lo que se debe llevar al niño a un servicio de urgencias. Lo más peligroso es la reacción anafiláctica ó shock anafiláctico. Este es un cuadro grave que se puede producir tras la ingesta del alimento que produce la alergia en el niño. El peligro de esta reacción es que produce una intensa inflamación en múltiples localizaciones, pudiendo ser algunas de ellas la garganta o la tráquea, con el consiguiente riesgo de dificultad respiratoria. Si el cuadro progresa puede que el niño no regule bien la tensión arterial, entrando en un cuadro de shock, en el que existe un importante riesgo incluso para la vida del niño. Estos cuadros constituyen siempre una urgencia.
Cómo se diagnostica
Es un cuadro relativamente fácil de sospechar ya que suele iniciarse como una urticaria que aparece en un lactante que ha iniciado la lactancia artificial y que típicamente se produce a partir del segundo biberón de leche artificial, y que no ocurre si se le da leche materna. Además de estos datos el pediatra buscará antecedentes familiares y valorará el estado del niño mediante la exploración física. Pruebas complementarias basadas en analíticas mostrarán signos de alergia frente a estas proteínas, de forma que junto a los datos anteriores es suficiente para iniciar una dieta sustitutiva y los posteriores controles.
Cómo se trata
Se basa en evitar la ingesta de proteínas de leche de vaca por parte del niño. En los lactantes se pueden utilizar fórmulas hidrolizadas, que siempre deben estar pautadas por el pediatra. Estas fórmulas suelen tener peor sabor que las habituales, pero es importante insistir ya que el niño las terminará aceptando y tomando adecuadamente. Es muy recomendable, en los casos en los que sea posible, que se prolongue la lactancia materna lo máximo posible, ya que proporcionará al lactante los nutrientes necesarios durante los primeros meses de vida. En estos casos es importante recordar que la madre debe evitar a su vez el consumo de alimentos que puedan contener proteínas de leche de vaca.
Cuando el niño crece es importante cuidar una serie de aspectos:
—El niño no debe tomar alimentos que contengan proteínas de la leche de vaca, pero tampoco debe compartir utensilios de cocina que hayan podido estar en contacto con este alimento, salvo que hayan sido debidamente lavados a temperaturas adecuadas. Esto es difícil cuando se come fuera de casa.
—Siempre se deben mirar las etiquetas de todo lo que se dé al niño ya que el producto más insospechado puede contener leche de vaca. Afortunadamente muchos productos ya dan una información detallada de su composición aunque sea de nutrientes presentes en muy pequeñas cantidades.
Es muy importante tener en cuenta que a veces las dietas de eliminación de leche pueden tener sus riesgos, ya que si no se cuida mucho un adecuado equilibrio es posible que el niño entre en un cuadro de déficit de algún nutriente, como calcio. Este es el motivo por el que las alergias se deben confirmar y las dietas de eliminación se han de realizar con sentido común y, a veces, con el apoyo de un nutricionista. También se deben mirar las etiquetas, composición y advertencias de cualquier otro preparado como fármacos o vacunas.
Cuando el niño padece una reacción alérgica el tratamiento se realiza como en cualquier otra: en los casos leves se suelen dar antihistamínicos, los moderados corticoides y los severos pueden recibir incluso adrenalina. Es importante que los padres sepan distinguir los cuadros de alergia e incluso se manejen bien en el tratamiento de los leves. En los moderados y severos el niño siempre debe ser llevado a un servicio de urgencias.
Para los casos en los que existan reacciones graves existen autoinyectores de Adrenalina, como por ejemplo Altellus®, que pueden llevar y manejar los padres en el momento en el que se produce la reacción grave. Son dispositivos muy fáciles de usar y que permiten actuar en solo unos minutos mediante la administración de adrenalina por parte de los padres, ya que solo hay que quitar un tapón y aplicar el dispositivo sobre el muslo del niño durante diez segundos, en caso de que se efectivamente esté produciendo una reacción alérgica severa.
Qué pronóstico tiene
En general es bueno ya que la mayoría hacen una remisión espontánea de la alergia. La mitad de los casos suele remitir entre los 2 y los 4 años de edad, mientras que el resto suele hacerlo antes de los 10 años. Es cierto que algunos casos pueden permanecer durante toda la vida, pero suelen ser muy pocos. Las pruebas de provocación o prueba de leche generalmente se hacen en medios controlados (como el hospital) para prevenir la aparición de posibles reacciones.
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