La reacción anafiláctica o anafilaxia es un cuadro en el que el organismo presenta una reacción alérgica severa frente a una sustancia. La forma más grave de esta reacción es la conocida como shock anafiláctico.
Esta reacción está producida por el propio sistema defensivo del niño como consecuencia del contacto con una sustancia, que generalmente suele estar en el ambiente que le rodea. En el caso de que esta reacción sea grave el organismo del niño puede entrar incluso en un fallo generalizado, que es lo que se denomina shock anafiláctico. Entre las sustancias que pueden producir este cuadro se encuentran fármacos, proteínas, alimentos como la leche, el huevo o los frutos secos entre otros, venenos de picaduras o mordeduras como los de abejas o serpientes, o bien pólenes o incluso contrastes que se usan para algunas pruebas radiológicas. A veces se desencadenan incluso por situaciones como el ejercicio físico intenso.
Qué síntomas produce
Lo característico de estas reacciones es que la respuesta del organismo suele ser rápida, en menos de 30 minutos. En las formas leves el niño lo que nota es sensación de hormigueo, picor o incluso calor. En los cuadros moderados puede que además note dificultad respiratoria. En los severos el cuadro es mucho más intenso y la dificultad respiratoria mayor. En la forma de shock el cuadro produce una descompensación severa del organismo del niño de forma que este no puede mantener una tensión arterial adecuada y se produce un fallo generalizado ya que el corazón no consigue hacer llegar la sangre de forma adecuada al resto del organismo, es lo que se denomina fallo circulatorio.
Hay factores que pueden influir en la gravedad del cuadro. Los niños de más edad suelen tener cuadros más severos. Según la vía de entrada de la sustancia también puede variar la gravedad del cuadro. Los contactos en la piel suelen dar cuadros menos intensos que los productos que son ingeridos o los que se administran por vía intravenosa como los antibióticos o los contrastes de los estudios radiológicos. La reacción también depende del número de contactos con el producto, la frecuencia a la que se producen estos y por supuesto el tiempo de exposición a estos productos. Los niños atópicos pueden tener mayor riesgo de presentar reacciones más graves.
Qué complicaciones puede producir
La mayoría de los casos de reacciones por fortuna suelen ser leves o moderados y se pueden tratar a tiempo en un servicio de urgencias. Sin embargo los moderados y los graves requieren un tratamiento más intensivo en función del grado de afectación del niño. Entre las complicaciones más graves y preocupantes están el fallo respiratorio, secundario al cuadro de dificultad respiratoria, y el fallo circulatorio relacionado con el shock. Estas complicaciones son muy severas y pueden poner en peligro la vida del niño.
Cómo se diagnostica
Un niño que presente cualquiera de los síntomas descritos debe ser valorado siempre en un servicio de urgencias. El diagnóstico se basa en la realización de la historia, fundamental para intentar conocer el antecedente de contacto con la sustancia que ha producido la reacción, y en la exploración del niño, para conocer el grado de alcance de la afectación. En función de la primera evaluación del niño se aplica el tratamiento que corresponda y se plantea si es necesario solicitar pruebas complementarias.
Cómo se trata
En los casos de reacción alérgica leve o moderada puede ser suficiente con un tratamiento basado en la administración de antihistamínicos, corticoides o incluso adrenalina en función de los síntomas que presente, las horas de evolución del cuadro, la sustancia y la forma de contacto. Lo normal es que permanezcan unas horas en observación antes de decidir si son subsidiarios de ingreso o de poder ser dados de alta.
Si el niño tiene una anafilaxia, reacción alérgica grave o shock de origen alérgico, el tratamiento inicial será intensivo y de soporte, intentando asegurar el correcto funcionamiento de la respiración y del sistema sanguíneo con el fin de que llegue sangre y oxígeno de forma adecuada a todo el organismo. A veces este tratamiento se realiza en UCI Pediátrica, ya que el niño puede necesitar ayuda respiratoria intensiva. Además se tratará el cuadro alérgico, normalmente con medicación intravenosa o subcutánea como corticoides o adrenalina.
Qué pronóstico tiene
Depende mucho del grado de reacción y de la rapidez con la que el niño sea atendido. En los casos leves normalmente el pronóstico es muy bueno aunque el niño debe ser observado durante las horas siguientes, por el riesgo de que el cuadro rebrote de nuevo. En los casos moderados y graves el pronóstico depende del grado de afectación del niño y de la rapidez con la que sea atendido.
Cómo prevenirla
La prevención es fundamental en estos cuadros, ya que evitar la exposición al agente que produce la reacción alérgica previene la aparición del cuadro en cualquiera de sus formas. Por eso es importante, cuando se conozcan antecedentes de alergia grave en el niño, poner todas las medidas necesarias para que no se produzca la exposición al agente que desencadena el cuadro. También existen jeringas con preparados comerciales con Adrenalina fácil de administrar, y que los padres pueden tener en casa o bien los profesores en el colegio. En caso de que se produzca la exposición y el niño comience a presentar el cuadro se debe actuar administrando la adrenalina preparada (en los casos severos) y siempre, sea cual sea la severidad, llevar al niño de la forma más rápida posible a un servicio de urgencias hospitalarias con el fin de reducir las consecuencias del cuadro de reacción y evitar su entrada en shock.
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