La periodontitis consiste en una destrucción de los tejidos que sujetan los dientes. Está relacionada de forma directa con la gingivitis y el riesgo, si progresa, es que se puedan producir infecciones severas en el hueso profundo o afectar a los dientes, que pueden perderse. Es una enfermedad que se puede prevenir con hábitos higiénicos adecuados.
Es una enfermedad rara en los niños pequeños pero más fácil de ver en la adolescencia. Hay una variante que se produce en niños más pequeños, denominada «agresiva», que aparece sobre los cuatro o los cinco años de edad. En estos casos el tratamiento se basa en la prevención y en un estrecho seguimiento por parte del pediatra y del odontólogo.
Por qué se produce
Al igual que las caries y la gingivitis, en la mayor parte de los casos existen malos hábitos higiénicos en los niños que la padecen. A esos malos hábitos le siguen la formación de placa bacteriana y la posterior inflamación e infección de tejidos que se sitúan en la zona. La destrucción de los tejidos que sujetan al diente es lo que termina provocando este cuadro.
Qué síntomas produce
Además de la inflamación gingival que suele preceder al cuadro se suele apreciar cómo la mucosa gingival suele estar reducida de tamaño, siendo a veces muy visible gran parte del diente. A veces pueden existir auténticos abscesos que contienen bacterias y restos de la destrucción de tejido normal. A la larga los dientes van perdiendo sujeción y empiezan a moverse. Si no se actúa terminan perdiéndose.
Cómo se diagnostica
Mediante la inspección de la mucosa oral y la historia clínica, que evidencia malos hábitos higiénicos durante mucho tiempo. A veces es necesaria una exploración odontológica completa para comprobar el grado de avance de este cuadro. El odontólogo puede necesitar la realización de alguna prueba de imagen para confirmar o descartar la posible destrucción de hueso.
Cómo se trata
El pilar fundamental del tratamiento es la prevención mediante medidas de higiene, que son las mismas que en el caso de las gingivitis, y que se describen un poco más abajo. El niño debe ser visto por un odontólogo, que tratará de eliminar toda la placa bacteriana posible. A veces es necesario realizar incluso un raspado de la mucosa gingival si esta está muy alterada. En los casos más avanzados y con abscesos puede ser necesario incluso realizar cirugía.
Cómo prevenirla
Son muy importantes una serie de medidas básicas, comunes a la prevención de la gingivitis:
—Evitar los alimentos que facilitan su aparición, como aquellos que contienen azúcares simples, como la sacarosa y la glucosa. Estos azúcares pueden estar en frutas, pero en concentraciones mucho menores que en los dulces, que tienen mayor potencial de producir caries. Cuanto más adherentes sean (como los de los caramelos) más caries producen al quedarse pegados a los dientes. Otro mal hábito es el consumo frecuente, ya
da tiempo a que la saliva revierta la acidificación que producen estos azúcares y que de por sí también facilita la aparición de caries.
—Higiene oral: en los lactantes se pueden limpiar las encías o los dientes con una gasa húmeda, tras las tomas. A partir de los dos años se puede enseñar a los niños a cepillarse los dientes y los padres se los pueden cepillar, al menos por la noche. A partir de los cinco o los seis años, ya pueden cepillarse los dientes correctamente y sin tragarse la pasta. La seda dental se aconseja a partir de la adolescencia y es un buen complemento del cepillado, ya que este no puede limpiar las zonas entre los dientes. El flúor es muy útil en la prevención de caries. Este se puede administrar con los dentífricos o los colutorios.
Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.