¿Problemas para que el niño se duerma? ¿Se despierta con frecuencia por la noche? ¿Tiene el horario de sueño cambiado? Estas y otras muchas preguntas son frecuentes especialmente en los niños con edades comprendidas entre los 6 meses y los 2 años de vida, en los que el patrón de sueño no es tan estable como en los niños más pequeños o los mayores.
En este post se comenta cómo funciona el sueño de los niños, en qué consisten las alteraciones del sueño normal, cómo instaurar unos hábitos saludables de sueño y, no menos importante, cómo prevenir los problemas relacionados con el sueño en la infancia.
Fisiología del sueño
El sueño no se produce de manera uniforme, sino que se pueden distinguir dos tipos de fases cuando se da, de forma que en unas se sueña y se mueven los ojos (las denominadas “fases REM”) y en otras se descansa profundamente, sin tener sueños (denominadas “fases No REM”). A lo largo de la del pequeño el sueño no será uniforme, sino que irá variando en el número de estas fases que presenta, su duración y la distribución de las horas de descanso a lo largo del día. Lo normal es que ya entre las 6 semanas y los 7 meses de vida vayan desarrollando un patrón de sueño más o menos consolidado, que posteriormente podrá seguir variando en función de múltiples factores.
El proceso de dormir es un hábito, una costumbre, que al igual que otras requiere un correcto aprendizaje, como comer, jugar o relacionarse con el entorno. Así, si el niño tiene algún tipo de trastorno relacionado con el sueño, no hay que desesperarse: probablemente se puedan aplicar una serie de hábitos saludables que te ayudarán a corregirlo.
Sueño alterado
La presencia de unos hábitos inadecuados o “malas costumbres” son la causa de la mayoría de los trastornos del sueño, especialmente en los niños más pequeños, incluso con pocos meses de vida. Los dos problemas más habituales, con diferencia, son que al niño le cueste iniciar el sueño o bien los despertares nocturnos. En caso de no controlar estos cuadros de forma temprana, con el tiempo pueden llegar a convertirse en un problema, presentando el niño un sueño muy superficial y desestructurado durante su infancia temprana. El niño, en los casos más complicados, puede llegar a necesitar la presencia obligada de los padres para poder dormirse o incluso despertarse hasta 15 veces en una noche, siendo imposible el que se vuelva a dormir de nuevo si no es con la presencia de uno de los progenitores. Obviamente, este círculo vicioso a lo largo del tiempo, puede generar una importante tensión en la familia, dado el poco descanso nocturno que hacen tanto el niño como los padres. Esta situación es evitable y, si ya está presente, se puede empezar a corregir.
Hábitos saludables de sueño
Conseguir que el niño adquiera hábitos adecuados para el sueño exige paciencia, pero no es complicado. Con tiempo y cariño se puede conseguir que el bebé duerma de forma adecuada, sobre todo si se tienen en cuenta una serie de aspectos. Lo primero es huir siempre del uso de fármacos que favorezcan el sueño. No solo no son recomendables porque pueden ser perjudiciales para el niño sino que además no crean el hábito adecuado, por lo que solo actúan de manera transitoria, sin resolver realmente el problema. Si alguna vez necesitara medicación para tratar de una u otra forma el problema, debe ser siempre pautada por tu pediatra o cualquier otro especialista cualificado. A veces puede ser útil el uso de preparados como Nutribén alivit sueños®, que realmente son infusiones.
Mucho más útiles son determinadas conductas de los padres, que sí se han mostrado efectivas en muchos casos. Así, es fundamental que ambos padres se muestren tranquilos y seguros ante el niño. Esta actitud transmite seguridad y confianza incluso a los lactantes y ayuda a que se relajen con mayor facilidad al percibir un ambiente de tranquilidad que favorece la aparición del sueño. Por otro lado, instaurar rutinas como cantar una canción o contar un cuento durante los 10 ó 20 minutos previos a acostar al niño, hacen que este vaya adquiriendo la asociación entre dicha rutina y la hora de dormir, y la transición sea más suave y esperada por el propio niño. Con esto lo que hacemos es crear un ambiente de relajación que favorezca el sueño y su finalidad no es dormir completamente al niño, pues esto ha de lograrlo el solo, como veremos a continuación. A veces son determinados elementos u objetos los que transmiten esa sensación de tranquilidad, seguridad y relajación al niño. Estos pueden ser un peluche, el chupete o incluso una luz o una lámpara pequeña, que le pueden acompañar incluso durante toda la noche, pues estarán ahí si se despierta y le transmitirán seguridad y relajación.
Un aspecto importante que se deduce de lo comentado es que los padres abandonen el cuarto del niño mientras está aún despierto. Con esto lo que se consigue es que si el niño se despierta durante la noche, normalmente reclamará las mismas circunstancias que estaban presentes en el cuarto cuando se durmió, de manera que si se duerme solo, sin la presencia de los padres, normalmente volverá a hacerlo si se despierta a mitad de la noche.
En caso de que el niño se despierte y llore lo ideal es esperar siempre unos minutos antes de acudir a la habitación. A medida que se hace, hay que intentar que estos minutos sean cada vez más, con la finalidad de que el niño poco a poco se acostumbre a relajarse o incluso llegar a dormirse incluso antes de que lleguen los padres. Esto le facilitará recuperar el sueño sin que se tenga que acudir a consolarle, con el tiempo. Eso sí, es una medida que requiere tiempo y mucha fuerza de voluntad, pero que suele dar resultados duraderos.
Prevención de los trastornos del sueño
Una gran parte de ellos se pueden prevenir o incluso resolverse solo con lo ya comentado. Sin embargo, una serie de detalles adicionales pueden ayudar enormemente a mejorar el patrón de sueño de tu hijo en el caso de que este no sea del todo adecuado. Por ejemplo, no es aconsejable utilizar la comida o el biberón para inducir el sueño, pues si no el niño los reclamará de nuevo cuando se despierte a media noche, aunque no tenga hambre. El riesgo de la adopción de rutinas para hacerle dormir es que el niño las reclamará si se despierta; a partir de las 3 semanas de vida ya se empiezan a espaciar las tomas nocturnas, y que a los 4 meses el niño puede ya aguantar hasta 7-8 horas dormido sin necesidad de despertarse para alimentarse.
También es recomendable evitar los cambios de pañales por la noche salvo que sea necesario y llore porque está incómodo, con el fin de no interrumpir el sueño del lactante. Otro aspecto importante es el de las siestas diurnas: sí son recomendables, pero no en alto número ni muy prolongadas. Cada niño necesita dormir una cantidad de tiempo distinta, pero existe una clara relación entre las siestas muy prolongadas o numerosas y los despertares frecuentes nocturnos.
La llamada «angustia de separación» (que se produce al dejar de dormir el niño con los padres) ocurre entre los 6 y los 18 meses aproximadamente. Por lo tanto es recomendable que el niño deje de dormir con los padres fuera de esa época, y puede ser incluso antes de esa edad. Y salvo circunstancias concretas, como por ejemplo que el niño esté malo (pues se suelen despertar mucho con la fiebre), conviene no acudir a dormir con él de forma habitual.
La rutina previa a ir a la cama debe ser agradable, tanto más cuanto más pequeño sea el niño: ayudan las canciones suaves o los cuentos en voz baja, y se debe evitar tener la televisión puesta o poner música o la radio a volumen altos, aunque sean en otra habitación, pues pueden romper ese ambiente de relax y estimular al niño. En todo caso, nunca se debe mostrar mal humor ni carácter imperativo, y mucho menos impaciencia porque el niño se duerma en los días en que esto cueste. Es mejor crear un ambiente tranquilo y abandonar la habitación poco a poco cuando el niño aún esté despierto que esperar impacientemente a que se duerma del todo.
En cuanto a la hora de ir a dormir lo ideal es crear un horario con cierta flexibilidad pero que se respete salvo causa de fuerza mayor. Así, en invierno es más fácil que los bebés se duerman entre las 20 y las 20.30. Y en verano, sobre las 20.30 – 21 horas. No pasa nada por incumplir el horario de forma puntual en caso de necesidad o en ocasiones muy concretas, pero si lo conviertes en costumbre luego te costará mucho tiempo recuperarlo de nuevo.
Existen algunos preparados comerciales como Nutribén alivit sueños®, generalmente hechos a base de infusiones, que pueden ayudar a conciliar el sueño a determinadas edades.
Este contenido se ha elaborado utilizando información basada en evidencia científica. Pincha aquí para conocer las fuentes que se han utilizado para su elaboración.
Pingback: El llanto como lenguaje. Cómo saber lo que quiere el niño. | No todo es pediatría
«La presencia de unos hábitos inadecuados o “malas costumbres” son la causa de la mayoría de los trastornos del sueño, especialmente en los niños más pequeños, incluso con pocos meses de vida. »
Pues no estoy de acuerdo, doctor. La causa de los llamados problemas de sueño en la infancia no son unos hábitos inadecuados, sino un desajuste entre lo que desean los padres, principalmente debido a determinantes culturales, y lo que el niño necesita por instinto primal: la presencia continua de su madre. Tal y como dijo Eckerberg en el año 2002:
» Los bebés están genéticamente programados para tener un contacto constante con el cuerpo de su madre y frecuentes despertares nocturnos. Los problemas del sueño infantil están relacionados con la cultura – la culpa no es del niño ni de sus padres. Si la madre está contenta con colechar, entonces no hay problema de sueño.»
Y que conste que esto lo dijo en un artículo publicado en el Acta Paediatrica en donde explicaba su propia técnica cognitivo-conductual para conseguir el sueño en solitario.
Repito: SI LA MADRE ESTÁ CONTENTA CON COLECHAR, ENTONCES NO HAY PROBLEMA DE SUEÑO.
Desgraciadamente lo que usted presenta en este artículo es lo que mayoritariamente expone a los padres el mundo de la pediatría. Pero esto no es la realidad. Es una mirada muy parcial a la realidad. Le recomendaría una visita a este proyecto: http://www.suenoinfantil.com donde hemos intentado plasmar una visión global de la ciencia del sueño infantil y donde reclamamos, como madres e investigadoras que somos, que los profesionales como usted vayan más allá de lo que publican las figuras más mediáticas (en los medios no tan científicos, todo sea dicho, porque en general estos mismos profesionales tienen muy poca presencia en las publicaciones científicas internacionales) y nos informen con veracidad, neutralidad y rigurosidad. Si no difícilmente conseguiremos una verdadera «bondad de ajuste» en nuestras familias.
Me ha gustado mucho este artículo, sobre todo porque muchos de los consejos que aparecen ya los había aplicado con mi hijo y con buen resultado, como por ejemplo «En caso de que el niño se despierte y llore lo ideal es esperar siempre unos minutos antes de acudir a la habitación». Mi hijo va a hacer 18 meses, y ya hace mucho tiempo que duerme toda la noche, durmiéndose solito (siempre hay excepciones, claro).
Muchas gracias por compartir sus consejos con los padres y madres. Seguiré leyendo sus artículos.
Pingback: Desarrollo y crecimiento del niño de 0 a 2 meses | No todo es pediatría
Pingback: Desarrollo del niño de 0 a 2 meses | No todo es pediatría
Pingback: Desarrollo del niño de 2 a 6 meses | No todo es pediatría
Pingback: Desarrollo psicomotor del niño de 6 a 12 meses | No todo es pediatría
Pingback: Depresión en la infancia y adolescencia | No todo es pediatría
Pingback: Higiene en el recién nacido. El baño. | No todo es pediatría
Pingback: Ataques de sueño (narcolepsia) en niños. | No todo es pediatría
Pingback: Problemas habituales en recién nacidos prematuros. | No todo es pediatría
Pingback: Síndrome de piernas inquietas en niños. | No todo es pediatría