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Epilepsia en niños (I): orientación y control del niño epiléptico.

La epilepsia es un proceso en el que se produce un aumento de la actividad eléctrica en ciertas neuronas cerebrales y que puede desencadenar los denominados «ataques» o crisis de epilepsia. Para catalogar a un niño como epiléptico ha de tener estos episodios de forma repetida en el tiempo. En general, el seguimiento de estos casos se realiza entre varios profesionales y la repercusión en el niño varía mucho según el tipo y el grado de epilepsia que padezca, por lo que uno de los objetivos principales de la actuación global sobre el niño es reducir la frecuencia y la intensidad de los cuadros para que no afecten a su vida normal ni a su desarrollo psicomotor.

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Dificultad para escribir o disgrafia

La disgrafia consiste en un cuadro en el que la capacidad del niño para la escritura se encuentra por debajo de la esperada para su edad.

No suelen tener un trastorno o enfermedad de base que la justifique y no se conoce exactamente el motivo de por qué se produce este cuadro, pero sí parece que existe un componente familiar y hereditario claro ya que es frecuente ver más casos dentro de la familia. Parece que podría haber una relación con el retraso en la capacidad de adquisición del habla, que podría influir en la aparición de la disgrafia.

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Síndrome de Gilles de la Tourette (tics y palabrotas)

El síndrome de Gilles de la Tourette es un síndrome complejo en el que lo más característico y conocido es la presencia de tics motores, vocales y sobre todo decir palabrotas de forma involuntaria, un signo que se denomina coprolalia, y que es lo que mucha gente asocia a este síndrome y lo que lo hace tan conocido.

Sin embargo esta última característica, la coprolalia, es decir, pronunciar palabrotas, a pesar de ser muy específica y propia de este cuadro, aparece en pocos niños de los que padecen este síndrome. El síndrome en sí mismo también es muy poco frecuente. Para considerarlo como un posible diagnóstico ha de padecerse al menos durante un año. De darse, suele verse sobre todo en niños de entre dos y quince años.

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