Muchos padres tienen dudas acerca de qué es normal —y qué no— en su bebé recién nacido. Y aunque siempre son explorados en el hospital antes de ser dados de alta, es bueno que se conozcan una serie de aspectos que se consideran normales en las primeras horas o días de vida, y que a veces pueden generar dudas.
La piel.
La piel de un recién nacido es de color rosado, caliente al tacto y suave, aunque puede mostrar aspecto un poco seco o descamado los primeros días. No es extraño ver una especie de dibujo en forma de red (llamado «cutis reticular») en relación a los cambios de temperatura: esto es transitorio y es normal, siempre que el niño no tenga fiebre ni mal color. También, durante los primeros días de vida se pueden ver aparecer erupciones cutáneas leves, como el llamado «eritema tóxico» (pequeñas manchas rojas con un punto blanco en medio) que son normales y desaparecen espontáneamente. En ocasiones se aprecia algún hemangioma o formación abultada de color rojo que sobresale de la piel y que desaparece en los primeros años de vida. Si son grandes, deben ser revisados por un cirujano infantil o un dermatólogo.
Cabeza, ojos y cara.
La cabeza al nacimiento puede estar algo deformada (alargada, habitualmente) si el parto ha sido vaginal. También se pueden palpar algunas tumoraciones blandas en el cuero cabelludo por la inflamación del parto, que también desaparecen en pocos días. La fontanela anterior (o «mollera») es una zona blanda situada por encima de la frente: se palpa fácilmente, es de consistencia blanda y tiende a aumentar ligeramente tras el parto. A veces presentan otra igual pero más pequeña en la parte más trasera de la cabeza.
La cara en general suele estar inflamada al nacimiento, pero debe ser redondeada y simétrica. Los ojos pueden estar inflamados los primeros días u horas de vida. Cuando se les protege de la luz o se les da de mamar suelen abrirlos y pueden verse pequeñas hemorragias conjuntivales, consecuencia del parto. A veces se observa un quiste en la cola de una ceja que debe ser visto por el cirujano infantil. Las orejas están a la altura de los ojos. Si se evidencian apéndices o masas por delante de ellas, el pediatra probablemente solicitará una ecografía para descartar otras cosas que a veces se pueden asociar. En la boca el tacto debe ser húmedo, el paladar no debe tener fisuras ni debe haber masas bajo la lengua, aunque sí pueden encontrarse pequeños quistes en el paladar blando o en las encías, que desaparecen pronto. En caso de encontrar algún diente al nacer, normalmente se aconseja su extirpación para que no se los traguen. Se pueden apreciar manchas color salmón claro en la frente, párpados («beso del ángel») o nuca («picotazo de la cigüeña») que suelen blanquear a la presión: son angiomas planos, inocuos, que suelen desaparecer entre el primer o segundo año de vida, aunque algunos pueden permanecer algo más.
Lo normal es que el recién nacido no tenga masas ni bultos en el cuello y lo movilice sin dificultad. En caso de no ser así debe ser visto por el pediatra para descartar tumoraciones, quistes o hasta una tortícolis congénita, producida durante el parto.
Tórax, espalda y abdomen.
El pecho debe ser simétrico y moverse suavemente con la respiración. Los recién nacidos respiran más rápido que los adultos, y no se les deben marcar las costillas al hacerlo. Se puede palpar un nodulo justo bajo las mamilas, pues algunos recién nacidos tienen algo de tejido mamario por el paso de hormonas maternas. A veces, el nódulo dura varias semanas y debe ser controlado por el pediatra. La barriga debe ser redondeada y simétrica. Los primeros días se puede apreciar una pequeña separación entre los músculos rectos anteriores (por encima del ombligo) con una pequeña hernia entre ellos. Es normal y suele desaparecer. Lo mismo cabe decir de las hernias umbilicales: la mayoría remiten espontáneamente y no se aconsejan los ombligueros ni los esparadrapos. El cordón umbilical debe estar siempre limpio y bien seco y no debe sangrar ni oler mal. Se suele caer entre los 7 y 15 días. Tras la caída sí es normal que manche un poquito el pañal con unas pocas gotas de sangre.
La espalda debe ser lisa y simétrica. Puede haber un poco de vello, corto y suave, que se denomina «lanugo» y puede estar presente en otras zonas del cuerpo. En la región inferior, cerca de los glúteos, puede apreciarse a veces una mancha azulada llamada «mancha mongólica», sin relación con ninguna enfermedad o síndrome, que suele desaparecer sin más con el tiempo.
Extremidades.
Deben ser simétricas y el niño debe movilizarlas sin dificultad. En caso de que el niño no mueva los brazos por igual, se debe consultar para descartar una fractura de la clavícula, a veces producida en el parto. También pueden encontrarse pequeños dedos supernumerarios que deben ser vistos por el cirujano infantil. Las piernas pueden estar ligeramente incurvadas (genu varo) de forma transitoria, o con los pies doblados hacia dentro (pies zambos) o hacia fuera. Si la posición de estos se rectifica fácilmente (incluso por el propio bebé al estimularle el canto del pie) no hay que preocuparse, pero siempre bajo supervisión del pediatra.
Genitales.
Masculinos: Al nacimiento el área testicular suele estar algo inflamada por retención de líquidos. Deben palparse los testículos, aunque a veces esto es difícil y pueden tardar en descender y palparse bien. En esos casos conviene realizar seguimiento por el pediatra. A veces hay pequeños quistes en el prepucio (la parte superior del pene) que carecen de importancia. Sin embargo, el orificio urinario sí debe estar en el centro. Si está por arriba («epispadias») o por abajo («hipospadias»), debe ser visto por el pediatra o el cirujano infantil. Sí es normal que exista un cierto grado de fimosis, que en la mayoría de los casos suele ir remitiendo, a veces ayudando un poquito con retracciones suaves durante el baño, sin forzar nunca. Si no es así, debe ser valorado por el pediatra o el cirujano infantil.
Femeninos: A veces puede verse un clítoris ligeramente aumentado de tamaño o incluso un poco de secreción mucosa por paso de hormonas maternas, que normalmente desaparecen. Los labios mayores suelen cubrir a los menores, aunque no siempre, y a veces se pueden apreciar pequeñas adherencias en los labios menores (sinequias vulvares) que se suelen quitar sin dificultad.
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